Cómo usar Telegram ocultando tu número de teléfono

Si bien WhatsApp sigue siendo la aplicación más popular del mundo, rivales como Telegram demuestran que hay alternativas a este servicio de mensajería, aportando bondades que WhatsApp no incorpora, como la autodestrucción de mensajes, funcionamiento en la nube y demás.

Entre ese «demás», encontramos también en Telegram la posibilidad de usar la aplicación sin necesidad de mostrar nuestro número de teléfono, amén de no ser necesaria una tarjeta SIM para disfrutar de la aplicación. Procede pues, contarte cómo puedes utilizar Telegram sin SIM, además de dar tu nombre de usuario en lugar de mostrar un número de teléfono.

Cómo usar Telegram sin tarjeta SIM

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Aclarar antemano que para registrarte en Telegram necesitarás un número de teléfono, no hay escapatoria. Sin un número de teléfono no podemos hacer el primer registro en la aplicación, por lo que no es posible utilizar el servicio. No obstante, tras el primer registro, no es necesario siquiera tener una tarjeta SIM en el teléfono, ya que Telegram se basa en la nube.

En caso de que no quieras que haya rastro de tu teléfono en el registro, puedes optar por crear online un número virtual. No obstante, estos procesos suelen ser bastante engorrosos y, en vista de que podemos ocultar nuestro teléfono, nuestra recomendación es hacer el registro con dicho número.

Inicio Sesion Telegram

Para usar Telegram sin tarjeta SIM necesitarás otro dispositivo en el que realizar la verificación de tu cuenta, eso sí. ¿Por qué? Cuando instalamos Telegram en nuestro móvil (ya sea Android o iPhone), se nos enviará un código de verificación. Este código se enviará o bien vía SMS (método que no nos vale, ya que estamos operando sin tarjeta SIM) o bien a otro dispositivo. Este no tiene por qué ser un móvil, puedes realizar la verificación con el código que te llegará al ordenador, siempre que tengas Telegram instalado en el mismo.

Una vez realizada la verificación, la cual puede realizarse desde el ordenador o cualquier otro dispositivo con la app instalada, puedes usar Telegram sin tarjeta SIM.

Una vez hayas realizado esta verificación, tu sesión quedará iniciada hasta que la cierres, por lo que tan solo se nos obliga a realizar esta verificación por código una vez. Tras este proceso, podrás usar Telegram sin tarjeta SIM sin el menor problema.

Cómo añadir un nickname y ocultar nuestro número de teléfono en Telegram

Como indicamos unas líneas más arriba, Telegram se vincula a un número de teléfono. No obstante, al contrario de WhatsApp, no es necesario conocer este número para poder chatear con alguien, basta con saber cuál es su nombre de usuario.

Ajustes Telegram

Por motivos obvios, lo primero es establecer este nombre de usuario. Esto lo haremos desde los ajustes de Privacidad y seguridad de Telegram, tanto en iOS como en Android. Aquí veremos la opción de establecer/cambiar un alias (@). Los usuarios podrán encontrarnos con este alias, así que no tenemos más que modificarlo al gusto.

Ajustes

El siguiente paso es ocultar el número de teléfono, para que el alias que acabamos de establecer sea la única forma de encontrarnos en Telegram. De nuevo, el proceso es idéntico en iOS y Android. En Privacidad y seguridad veremos la opción de modificar el apartado Número de teléfono. Aquí, podemos seleccionar que no lo vea nadie, que solo lo vean nuestros contactos, o que lo puedan ver todos. Seleccionamos nadie.

Realizados estos dos pasos, los usuarios de Telegram tan solo podrán localizarnos con nuestro nick, y desconocerán cuál es nuestro número de teléfono

Listo. Una vez realizado este proceso, por un lado, los usuarios podrán encontrarnos mediante el alias y, por el otro, nadie podrá saber cuál es nuestro número de teléfono, ni siquiera aunque esté entre nuestros contactos.

Un día de furia


25 años de ‘Un día de furia’: la mejor película para sobrevivir a los lunes

Si de lo que se tratara fuera de ofrecer una impresión general sobre el cine que viene haciendo desde principio de los ochenta, no creo que este redactor fuera el único en afirmar que la filmografía de Joel Schumacher es de lo más olvidable. Enarbolando para ello títulos tan nefastos como ‘Batman y Robin’ (id, 1997) o ‘Asesinato en 8mm’ (‘8mm’, 1999) y dando por zanjado que tan horrendas pústulas sirven de claro exponente de lo infeccioso de la trayectoria del director estadounidense.

Pero al hacerlo, al caer en tan flagrante generalización, estaríamos pasando por alto un puñado de cuatro cintas que, siempre al modesto entender del que esto suscribe —claro está— se alejan raudas de la mediocridad que más o menos caracteriza a aquello que Schumacher lleva rodando desde que en 1981 se estrenara en la gran pantalla con la muy olvidable ‘La increíble mujer menguante’ (‘The Incredible Shrinking Woman’).

Con ese producto cachondo, típicamente ochentero y muy reivindicable que es ‘Jóvenes ocultos’ (‘The Lost Boys’, 1987) como primera en salvarse de la quema, es ‘Un día de furia’ (‘Falling Down’, 1993), a la que hoy nos acercamos para celebrar su 25 cumpleaños, la cinta de Schumacher en la que mayor contención demuestra el cineasta tras el objetivo. Una decisión que se nos antoja muy consciente dado que el principal foco de la cinta es un Michael Douglas en estado de gracia permanente.

‘Un día de furia’: Michael Douglas contra el mundo

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Hay algo portentoso en la actuación que el hijo de Kirk Douglas hace en ‘Un día de furia’. Algo que ya se puede observar en los primeros compases de la cinta, cuando la cámara de Schumacher muestra con planos breves y cortos el agobio de un atasco en un día de extremo calor en Los Ángeles. Situándonos de esta manera en la misma tesitura mental que el protagonista, la intención de Schumacher es muy evidente: lograr la plena identificación con William Foster y que la empatía que se despierta en esa primera escena se mantenga incólume a lo largo de todo el metraje.

Garante de que así suceda es, dejémoslo claro, un Michael Douglas que mezcla con asombrosa habilidad fragilidad, determinación y la dosis justa de psicosis —la escena de la hamburguesería es antológica— para que, durante todo el filme, el tira y afloja con el espectador sea constante: sí, no podemos evitar caer rendidos ante la construcción que hace Douglas del personaje pero, al mismo tiempo, conforme avanza la acción y se va desplegando la personalidad de «D-Fens», comenzamos a cuestionarnos si hemos depositado a buen recaudo nuestra filia por tan tarado protagonista.

Para aquellos que no la hayan visto, ‘Un día de furia’ sigue a un americano de a pie, un ciudadano «normal» que, separado de su mujer, decide ir a ver a su hija el día de su cumpleaños, aunque para ello tenga que cruzar medio Los Ángeles andando y enfrentarse a todo lo peor que ofrece el sueño americano. Porque, ante todo, aquello acerca de lo que versa el filme no es del progresivo descenso a los infiernos del personaje principal, sino de radiografiar las miserias de un país a través de la muestra que supone una de sus ciudades más emblemáticas.

Los Ángeles, escaparate de una nación

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Aunque el catálogo no sea amplio y exhaustivo, ‘Un día de furia’ raya lo suficiente la corrompida superficie del sueño americano como para ofrecer una visión bastante honesta —todo lo honesta que puede ser una producción hollywoodiense de ficción, claro— de ciertas idiosincrasias que ya eran inherentes a la sociedad yanqui en 1993 y que hoy deberían quitarle el sueño a un presidente con algo más de conciencia que el sr. Trump.

Inmigración, ideologías de extrema derecha, pirados con armas dispuestos a «liarla parda»…cualidades todas que siguen siendo parte indeleble del día a día de los estadounidenses y que aquí sirven como catalizador de los diversos escalones por los que Douglas va apartándose de la luz y adentrándose en unas tinieblas que, en esa fuerte conexión que se genera entre personaje y público, se sienten como propias.

Para contrapesarlas y servir acaso de cierto alivio, la cinta nos ofrece, como otra cara de la moneda, al policía en su último día de trabajo que interpreta, con la efectividad que siempre le ha caracterizado, un Robert Duvall espléndido: cabeza visible de la ajustada vertiente de thriller del filme, el personaje de Duvall también arrastra sus taras, y sirve de contrapunto cabal del abismo de locura al que parece haber cedido el William Foster de Douglas.

La calma de Schumacher retratando las miserias del sueño americano

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Como si quisiera que su realización se apartara de la «furia» del protagonista —aunque el título inglés, ‘Falling Down’, nada tenga que ver con dicho epíteto y sí con el estribillo de una canción que sirve de elemento conector entre Douglas y Duvall— la realización de Schumacher deja de lado la locura psicotrópica y caótica que le veremos en las cintas del hombre murciélago o los grandes aspavientos con los que caracterizará a su adaptación de ‘El fantasma de la ópera’ (‘The Phantom of the Opera’, 2004).

Haciendo pues de la contención su máxima y del ritmo pausado y constante su mejor cualidad, es el ataviarse de dichas cualidades lo que aporta a ‘Un día de furia’ ese valor añadido que la sitúa, no ya como uno de los títulos a salvar de la filmografía del cineasta, sino como uno de los mejores estrenos que vieron la luz en aquel lejano 1993 en el Spielberg dominó la atención durante buena parte del año gracias a sus dinosaurios y a su magistral lista.

Alejado del aroma del «gran Hollywood» pero con un protagonista que reclama sobre él toda la atención posible, ‘Un día de furia’ es una cinta que no sólo no se despeina por el paso del tiempo más allá de los típicos apuntes sobre vestuario achacables a una cinta de hace 25 años, sino que se destapa como de rabiosa actualidad. Quizás tacharla de clásico sea demasiado pero, si no de lleno, sí que coquetea descaradamente con la definición estricta del término. Y para desahogarse un lunes, es más que recomendable.

La odiosa comparación de España con países como Suiza

Extraído de un foro y que refleja la realidad del país podrido en el que vivimos:

«No ves un papel por el suelo. No grita nadie al hablar. No se cuela nadie en la cola del super. No roba nadie nada, lo que tiene como consecuencia de ello que nadie tiene miedo a ser robado. Apenas ves policía porque son los propios suizos los que harían de policías si haces algo incívico. ¿Qué más os puedo contar? Pues que mientras visitaba el país al mismo tiempo me deprimía. Cierto que es un sitio carísimo para un español (llevábamos bandejas de jamón al vacío en la maleta para hacernos bocadillos, paquismo en vena) , los sueldos están entre los 3000 y los 5000 euros, pueden cobrar el triple o el cuádruple que nosotros pero luego, por ejemplo, el alquiler de la vivienda no es ni mucho menos el triple o cuádruple que nosotros. Es verdad que no hay sanidad pública y que dedican entre 300 y 700 euros mensuales de su sueldo a un seguro privado pero seguro que hasta eso lo han elegido ellos en alguno de sus múltiples referendum, nadie se lo ha impuesto.

Podéis pensar que me he deprimido por el tema de los sueldos o por el tema paisajístico y de las bellezas naturales que he visto durante los 7 días que he estado, pero os juro que no es eso, aunque son 2 cosas que ciertamente te maravillan, impresionantes Lauterbrunnen y los alrededores de Interlaken, aparte de Lucerna, Ginebra, Berna, Zurich etc. La depresión me viene de estar por allí una semana, comprobar el civismo de la gente y la inevitable comparación con España. De verdad que cuando vas a un país así te das cuenta del puto infierno y del puto asco que es España y, sobre todo, los españoles. En Suiza los suizos no pelean entre ellos, no se putean, no se hacen la vida imposible entre ellos. En Suiza te das cuenta de la cantidad de energías que gastamos los españoles en defendernos de psicópatas. Y entiendes entonces por qué los españoles hemos sido siempre soldados tan aguerridos y temidos, no porque tengamos una genética guerrera especial sino porque tenemos el carácter curtido de estar peleando dia a dia en nuestra vida con vecinos que sólo están para jodernos la vida. Esto se ve reflejado en una gran película española, «1 franco 14 pesetas» donde el actor y director Carlos Iglesias, hijo de emigrados a Suiza, realiza un emotivo homenaje a sus padres. En un momento de la peli se vuelven a España con los niños (que se han criado en Suiza) y en seguida los chiquillos se deprimen por el panorama humano que tienen que soportar y empiezan a decirle a su padre «esto no me gusta, yo quiero volverme a Suiza». Qué jodidamente real es esa peli, me cago en la puta…

En Suiza es ciencia ficción que alguien pueda okupar la casa de otro por la fuerza, es impensable que un moro se cague en una piscina y que eso no tenga consecuencias. Sales del hotel de buena mañana para irte a alguna excursión por los Alpes, te cruzas con un ciudadano anónimo paseando al perro y que no te conoce de nada y te dice buenos dias en alemán…. ¿Cómo puede un país llegar a estos niveles de progreso pero de PROGRESO DE VERDAD y de CIVILIZACIÓN DE VERDAD? Grabaros a fuego en vuestras cabezas esto que os digo, y no hago más que repetir las palabras del forero @ominae: España no es un pais atrasado, es un país boicoteado, donde gastamos la mayoría de nuestras energías en luchar contra los que nos quieren joder. De España sólo se salva el patrimonio cultural y de monumentos históricos, nuestras playas, nuestra gastronomía y el Real Madrid (esto último es algo personal, lo reconozco); el resto es basura, empezando por los españoles y continuando con los políticos PERO EN ESE ORDEN, aparte de los medios de comunicación.

Me viene a la mente la peli «La delgada línea roja» cuando al principio el soldado Witt, que ha desertado de la guerra y se ha ido a una isla paradisíaca de la Polinesia, es capturado y el sargento Welsh (Sean Penn) se burla de su idealismo y le dice «En este mundo, un hombre en sí, no es nada. Y no hay otros mundos, sólo este» a lo que Witt le responde «Se equivoca sargento, yo he visto otro mundo, aunque a veces creo que sólo lo imaginé». Es lo mismo que pienso tras volver de Suiza: he visto otro mundo, y deprime saber de lo que seríamos capaz los españoles si nos libráramos de los psicópatas que nos rodean. Podríamos ser como país la puta hostia y somos una puta mierda. Un detalle: yo por las mañanas suelo levantarme con mucha mucosidad y soy de los que cuando salgo a la calle escupe al suelo, lo reconozco y sé que no está bien, pero al menos nunca jamas escupo en la acera, siempre lo hago en la jardinera de un árbol o en una zona donde la gente no pisa. En una semana en Suiza no me he atrevido a escupir al suelo ni una sola vez. Lo juro. Lo cual confirma la teoría psicológica de las «ventanas rotas» referidas al comportamiento humano. Si pasas por una fábrica abandonada y ves que han roto un cristal de una pedrada debes repararlo en seguida porque si no lo reparas es cuestión de tiempo que todos los cristales terminen apedreados. Estas cosas tan básicas en países como Suiza las tienen claras y tú lo hueles en el ambiente.

En resumen, y perdón por el tocho pero tenía que desahogarme con vosotros: Suiza es preciosa e impresionante pero también deprimente. Pero no es que te deprima lo que ves sino lo que te recuerda el pais del que vienes, esa pocilga llena de psicópatas llamada España.»

Te recuerdo

La única canción decente de Skid Row, una banda usana de finales de los 80 con un sonido muy parecido a Slaughter o Steelheart.

https://genius.com/Skid-row-i-remember-you-lyrics

¿Recuerdas?

Los más jóvenes ni sabrán quien es pero Phil Collins fue uno de los mejores cantantes de los 80 e incluso los 90. En el año 90 publicó But Seriously, un gran disco con canciones como este Do you remember.

https://genius.com/Phil-collins-do-you-remember-lyrics

Verse 1]
We never talked about it
But I hear the blame was mine
I’d call you up to say I’m sorry
But I wouldn’t want to waste your time

‘Cause I love you, but I can’t take any more
There’s a look I can’t describe in your eyes
If we could try, like we tried before
Would you keep on telling me those lies? (Telling me lies)

[Chorus]
Do you remember?… (Do you remember?)
Uh, do you remember?… (Do you remember?)

[Verse 2]
There seemed no way to make up
‘Cause it seemed your mind was set
And the way you looked it told me
It’s a look I know I’ll never forget
You could’ve come over to my side
You could’ve let me know
You could’ve tried to see the distance between us
But it seemed too far for you to go

[Chorus]
Do you remember?… (Do you remember?)
Uh, do you remember?… (Do you remember?)

[Verse 3]
Through all of my life
In spite of all the pain
You know people are funny sometimes
‘Cause they just can’t wait
To get hurt again

[Chorus]
Tell me, do you remember?… (Do you remember?)

[Verse 4]
There are things we won’t recall
And feelings we’ll never find

It’s taken so long to see it
‘Cause we never seemed to have the time

There was always something more important to do
More important to say
But «I love you» wasn’t one of those things
And now it’s too late

[Chorus]
Do you remember?… (Do you remember? Now it’s over. Do you remember? Uh, it’s over)
Uh, do you remember?… (Do you remember? Now it’s over. Do you remember? Uh, it’s over)
Uh, yeah
Tell me, do you rememeber?… (Do you remember? Now it’s over)
Do you remember? (Do you remember? Uh, it’s over)
Tell me now, tell me now (Do you remember? Now it’s over)
Tell me now, tell me now (Do you remember? Uh, it’s over)
Do you remember?..

Google dará cursillos de 6 meses equivalentes a una carrera universitaria. ¿Tienen sentido aún las universidades?

Cállate/Así es como acaba (Mujeres rockeras)

Otra banda (en realidad es solo una mujer) que prometía y se quedó en nada. Hush era una muy buena canción pero no tuvo suerte.

https://genius.com/Automatic-loveletter-hush-lyrics

This is
As quiet
As it gets
Hush down now
Go to sleep
We were once perfect
Me and you
We’ll never leave this room

H-h-h-hush
You color my eyes red
Your love’s not alive
It’s dead
This letter’s written itself inside out again
When rivers turn to roads
And lovers become trends
H-h-h-hush
This is where it ends

This is
The calming
Before the storm
This absolution
Is always incomplete
It’s always bittersweet

H-h-h-hush
You color my eyes red
Your love’s not alive
It’s dead
This letter’s written itself inside out again
When rivers turn to roads
And lovers become trends
H-h-h-hush
This is where it ends

I won’t make a sound
So you don’t wake
You don’t wake
You don’t wake
You don’t wake

Hush
You color my eyes red
Your love’s not alive
It’s dead
This letter’s written itself inside out again
When the rivers turn to roads
And lovers become trends
H-h-h-hush
This is where it ends

You color my eyes red
Your love’s not alive
It’s dead
This letter’s written itself inside out again
When the rivers turn to roads
And lovers become trends
H-h-h-hush, this is where it ends

This is where it ends

Judíos y ciclistas

«Una de las técnicas de intoxicación y propaganda más habituales es la denominada técnica del mensaje transparente.

La técnica del mensaje transparente es de una simplicidad asombrosa, a pesar de lo cual funciona a las mil maravillas y se utiliza de manera cotidiana en todos los órdenes de la vida. Esta modalidad de intoxicación consiste en ocultar (en hacer transparente) el mensaje falso que quieres «colar» a tu audiencia, recurriendo a otro mensaje superpuesto, que se utiliza como cebo.

En cierta ocasión, un buen amigo me comentaba un ejemplo paradigmático de este tipo de técnica. Se trata de una leyenda urbana atribuida a Goebbels, el ministro de propaganda del régimen nazi. Goebbels está intentando explicarle a Hitler una campaña que van a poner en marcha por toda Alemania, consistente en empapelar las calles con carteles donde se ve a una persona montando en bicicleta. Debajo de esa persona, el cartel muestra una única frase: «La culpa de los males de Alemania la tienen los judíos y los ciclistas».

– ¿Por qué los ciclistas? – pregunta Hitler extrañado.

– Ésa es, exactamente, la pregunta que quiero que todos se hagan al ver el cartel – responde Goebbels.

En la técnica del mensaje transparente, se utiliza el mensaje cebo («la culpa es de los ciclistas») para hacer que la capacidad crítica de la audiencia se centre en ese cebo, de modo que acepte sin cuestionarlo el mensaje falso que se pretende transmitir («la culpa es de los judíos»).

El mensaje cebo puede adoptar muchas formas distintas:

  1. Puede tratarse, por ejemplo, de una mera exageración del propio mensaje falso, que induzca al oyente a cuestionar los aspectos cuantitativos, aceptando sin crítica el aspecto cualitativo: «Me han dicho que fulanito recibió una comisión de 100 millones de dólares a la firma del contrato». «Hombre, el contrato era de 200 millones de dólares. ¿Cómo le van a dar 100 de comisión? No puede haberse llevado tanto«.
  2. Puede tratarse de un mensaje absurdo, como en el caso del ciclista y el judío. Los cebos absurdos suspenden la capacidad de crítica del oyente, al concentrarla en algo que parece inverosímil y para lo cual resulta difícil encontrar una explicación.
  3. O bien puede tratarse de lo que se denomina un «caramelo envenenado». Se trata de un cebo perfectamente verosímil, elegido de acuerdo con lo que la audiencia espera oír. Este tipo de cebo se emplea en aquellos casos en que la audiencia no está dispuesta inicialmente a aceptar el mensaje falso, o si esa audiencia está prevenida contra los engaños que queramos realizar»

http://m.libertaddigital.com/blogs/enigmas-del-11-m/judios-y-ciclistas-2452/