Me gusta la música de esta canción y los cambios de voz. Creo que se podría haber hecho mucho más con esta chica.
La letra una puta mierda.
Me gusta la música de esta canción y los cambios de voz. Creo que se podría haber hecho mucho más con esta chica.
La letra una puta mierda.
Una canción de Bon Jovi que ya había olvidado de mitad de los 90, de un disco bastante malo, todo sea dicho.
El reciente comportamiento de las acciones de Tesla sitúan a la compañía como la primera empresa automovilística norteamericana que supera los cien mil millones de dólares de valoración, tanto como Ford y GM combinadas, ya por encima de Volkswagen y únicamente por debajo de Toyota.
Mientras tanto, una Daimler que sigue mostrando prototipos que jamás llegarán a ver la calle se da cuenta por las malas de que la tecnología necesaria para fabricar baterías no es sencilla cuando se ve obligada a rebajar las expectativas de producción de su vehículo eléctrico Mercedes-Benz EQC (que algunos pretendían que sería un Tesla-killer 🙂 porque resulta que las baterías son mucho más difíciles de fabricar en grandes volúmenes de producción de lo que inicialmente pensaban, una complejidad con la que Tesla lleva lidiando mucho tiempo a través de investigación propia, construcción de infraestructura y adquisiciones en su joint venture con Panasonic. El objetivo de la compañía alemana era vender 25,000 unidades de su Mercedes-Benz EQC durante el pasado 2019, pero únicamente logró construir unos 7,000, y el registro de vehículos alemán demuestra que tan solo llegó a vender unas 55 unidades.
En efecto, todo indica que fabricar vehículos eléctricos no era tan sencillo como algunos pensaban, y que ahora, tras dilatar el desarrollo de las tecnologías implicadas, llega la hora de la verdad: Volkswagen trata desesperadamente de convertirse en una empresa tecnológica para poder competir con Tesla, y afirma incluso que eso la forzará a sacrificar algunas de sus «vacas sagradas» con el fin de enfocarse en lo que es verdaderamente importante. De hecho, el CEO de la compañía, Herbert Diess, afirma que «la compañía debe moverse más rápido en el desarrollo de vehículos eléctricos, o seguirá la misma suerte que Nokia«. Si Volkswagen no logra producir y vender varios cientos de miles de vehículos eléctricos a lo largo de 2020, incumplirá las reglas marcadas por la Unión Europea, y será objeto de multas multimillonarias, como las que lleva tiempo pagando en todo el mundo por su dieselgate y como la que acaba de pagar en Canadá.
Según el CEO de Volkswagen,
«la tormenta tan solo está comenzando, y el tiempo de los fabricantes de automóviles clásicos ha terminado».
Una realidad que también parecen presentir en otro gigante de la automoción, GM, que viendo la evolución de Waymo, presenta su prototipo Origin, un vehículo eléctrico y autónomo (de hecho, sin volante ni pedales) diseñado para un uso como taxi compartido, y que promete ahorrar a sus usuarios unos cinco mil dólares al año frente al modelo tradicional de posesión de un vehículo. De nuevo, se trata de un prototipo que aún no sabemos si llegará a ver la calle diseñado por Cruise, la subsidiaria que GM tiene con participación de la japonesa Honda, pero que muestra cómo los grandes fabricantes tradicionales están tomando conciencia de que el mundo ha cambiado.
Vehículos eléctricos, muerte del obsoleto y sucio motor de combustión interna, y cada vez más, transporte como servicio en lugar de como producto. Estamos ante la hora de la verdad en la industria de la automoción. Quien pretenda seguir sin verlo a pesar de unas advertencias que vienen ya de muy lejos y de las propias declaraciones de los afectados, ya sabe a lo que se expone.
This article was also published in English on Forbes, «The automotive industry’s moment of truth has arrived
Es el ingrediente estrella de muchos de los productos que echamos al carrito del súper. En alimentos como las patatas, el arroz o el pan, entra dentro de lo razonable, pero ¿por qué hay almidón en las salchichas, los palitos de cangrejo o el embutido?
Un apunte antes de empezar: bajo el paraguas del almidón se aglutina una amplia horquilla de variedades en función del vegetal del que proceden. En España es frecuente encontrar el almidón de maíz – popular y comercialmente conocido como Maizena –, pero también se usa el almidón de trigo o del arroz. Si su origen son los tubérculos como la patata o de rizomas como la tapioca, hablaremos de fécula.
Hay un par de detalles relativos a su naturaleza que conviene poner encima de la mesa para entender la abundante presencia del almidón en nuestra cesta de la compra y por ende, en nuestra dieta. Puesto bajo el microscopio, el almidón es una macromolécula compuesta por dos tipos de glucosa, amilosa y amilopectina, formando una especie de ovillo.
El almidón es el hidrato de carbono que constituye la principal reserva de energía de la mayoría de los vegetales. Pero también es la gasolina de nuestro cuerpo. El almidón es el único polisacárido de origen vegetal asimilable por el cuerpo humano, lo que explica que sea tan utilizado en la cocina, ya que estamos ante una de las fuentes de energía para nuestro día a día. Así, alimentos como los cereales, el arroz o las patatas se encuentran en la base de la pirámide nutricional.
El proceso de digestión consiste en desdoblar moléculas complejas y de alta masa molecular en otras más sencillas, de modo que los nutrientes puedan ser absorbidos. En el caso del almidón, su digestión a glúcidos simples pasa por su degradación gracias a la acción de las amilasas del páncreas y las glándulas salivales.
La del almidón y nuestro cuerpo es una relación de lo más fascinante por sus efectos en función del estado en el que se encuentre y las cantidades ingeridas.
Aunque el cuerpo humano absorbe el almidón, lo hace bajo ciertas condiciones. Y es que en frío y en crudo no es digerido por nuestro sistema digestivo, requiriendo al menos calentarlo a más de 70 grados durante unos minutos para transformarlo en biodisponible. Precisamente lo que hacemos cuando echamos a la olla unos espaguetis, arroz o unas patatas.
El proceso de cocinar el almidón se llama gelatinización – quédate con el nombre, será importante después – y posibilita que las enzimas lo digieran rápidamente para nutrir nuestras células. Con la nutrición celular como punto de partida, la glucosa del almidón nos permite completar nuestros ciclos vitales.
La importancia del almidón en nuestra alimentación está fuera de toda duda, además de por su condición de fuente energética y nutritiva, que no es poco, sino también por ciertos beneficios que proporciona cuando este almidón se enfría: su nombre es almidón resistente y ayuda a la prevención el cáncer de colon, la estimulación del sistema inmune o por sus efectos laxantes.
Si lo enfriamos tras cocinarlo, sufre una retrogradación que modifica su estructura: el almidón deja de ser digerible, como al principio de la película. Este almidón resistente resiste la acción de las enzimas, por lo que sigue avanzando por nuestro sistema digestivo hasta que son los microbios intestinales lo que lo fermentan, como sucede con la fibra.
De esta fermentación se generan gases y ácidos grasos como el acetato, propionato y butirato, este último con propiedades inmunes, antiinflamatorias y antitumorales. Quién nos iba a decir que llegar de madrugada a casa y devorar esas sobras de pasta de la nevera cual león de la sabana africana era tan buena idea.
Ojo, porque recalentar esa comida fría es una idea todavía mejor, de acuerdo con un estudio realizado por la BBC en colaboración con el doctor Val Tulleken para el programa divulgativo ‘Trust Me, I’m a Doctor‘ ya que al calentar el almidón resistente, este se vuelve aún más resistente, por lo que su absorción es menor, observando así picos inferiores de glucosa en sangre.
Está claro que ayudar a prevenir el cáncer o agilizar nuestro tránsito intestinal son beneficios muy atractivos pero ¿por qué es algo bueno que se absorba menos glucosa? Porque la sociedad occidental consume demasiada glucosa en su dieta, o lo que es lo mismo, ingerimos más glucosa de la que necesitamos.
Tanto es así que la OMS la asocia al aumento de peso y la obesidad, recomendando la realización de ejercicio físico y un consumo moderado de alimentos ricos en energía y bajos en micronutrientes. Y es que no es lo mismo que la glucosa llegue a través del almidón de granos enteros, que además de aportar energía y nutrientes nos proporcionarán vitaminas, minerales y fibra, a que provengan de alimentos procesados como la pizza o la bollería industrial.
Aquí aprovechamos para desmontar un mito: no, no es que el exceso de glucosa se convierta de facto en grasa – algo que de hecho solo sucede en cantidades muy pequeñas – , es que el exceso de carbohidratos provocan que la insulina esté elevada, lo que detiene la oxidación de grasas. O lo que es lo mismo: si ingerimos más glucosa de la que necesitamos, no podremos quemar nuestros depósitos de grasa y esta se almacenará.
Ya sabemos que de forma natural se encuentra en las patatas, arroz, las semillas o los cereales, pero también aporta su granito de arena en legumbres, leche y derivados o en hortalizas como el pepino y la zanahoria. La cuestión es que también lo encontramos en la mayoría de alimentos procesados. Basta con echar un ojo al packaging de estos, donde lo veremos en las primeras posiciones (las listas de ingredientes están ordenadas de mayor a menor presencia): salsas, sopas de sobre, preparados de carnes y pescados, bollería industrial, pizzas…
Al margen de que entra dentro de lo lógico contar con el almidón en aquellos que empleen harina – como las pizzas precocinadas –, son ricos en almidón por las propiedades de este. Y es que el almidón es usado en la industria alimentaria como espesante y gelificante.
La gelatinización sale de nuevo a la palestra: cuando el almidón entra en contacto con líquidos calientes, se hincha formando una pasta con textura gelatinosa que sirve como cobertura para repostería, para ligar los embutidos o para lograr rebozados esponjosos.
Pero hay otro motivo por el que el almidón es el rey de los preparados: por su abundancia y origen vegetal, va a ser más asequible que la materia prima principal. Es el caso de los calamares o las salchichas: estamos ante el relleno perfecto para abaratar el coste de producción.
Además, la diversidad de productos y su disposición en el supermercado juega a su favor. Prueba a ir al stand de cualquier gran superficie ávido de comprar el (sobre el papel) saludable pavo, encontrarás un amplio abanico de opciones: pechuga de pavo, fiambre de pavo, pavo, fiambre de pechuga de pavo, jamón de pavo, mortadela de pavo, chopped de pavo, braseados, etc.
¿Cuál es la diferencia? Al margen de marcas, recetas y de piezas concretas, el precio suele ser un buen indicativo: por regla general, los más baratos son los que menos pavo contienen. Y los que más almidón. Tanto es así que los fiambres de pavo tienen esa denominación al no incluir más de un 50 – 70 % de este animal. Hemos puesto el caso del pavo por ser flagrante, pero puedes repetir el experimento con las salchichas, gulas, calamares…
Para mí una de las mejores canciones de Bon Jovi. La he puesto varias veces. Un rara avis en su carrera que simboliza básicamente el querer ver a otra persona a quien querías.
[Verse 1]
Hello again, it’s you and me
Kinda always like it used to be
Sipping wine, killing time
Tryna’ to solve life’s mysteries
How’s your life? It’s been a while
God it’s good to see you smile
I see you reaching for your keys
Looking for a reason not to leave
[Chorus 1]
If you don’t know if you should stay
If you don’t say what’s on your mind
Baby just, breathe there’s no where else tonight we should be-
You wanna make a memory
[Verse 2]
I dug up this old photograph
Look at all that hair we had
It’s bittersweet to hear you laugh
Your phone is ringing, I don’t wanna ask
[Pre-Chorus]
If you go now, I’ll understand
If you stay, hey, I got a plan
[Chorus 2]
You wanna make a memory?
You wanna steal a piece of time?
You could sing a melody to me
And I could write a couple lines
You wanna make a memory
[Chorus]
If you don’t know if you should stay
And you don’t say what’s on your mind
Baby just, breathe there’s no where else tonight we should be-
(We shouldn’t be) we should be
You wanna make a memory?
You wanna steal a piece of time?
You can sing the melody to me
And I could write a couple lines
You wanna make a memory
You wanna make a memory
https://genius.com/Bon-jovi-you-want-to-make-a-memory-lyrics
https://www.xataka.com/espacio/que-viajar-a-velocidad-luz-teoricamente-imposible
Si algo nos ha enseñado ‘Star Wars‘ es que pasar a la velocidad de la luz no es sencillo. Han Solo, de hecho, es claro cuando advierte que «viajar por el hiperespacio no es como dar una vuelta por el campo». Y es que, a pesar de que en la conocida franquicia de películas saltan a la velocidad de la luz como el que cambia de segunda a tercera en el coche, lo cierto es que, en la práctica, en el día a día, no es tan sencillo. Por no decir que, teóricamente, es imposible.
Sobre esto hay mucho escrito y, en esta ocasión, no vamos a meternos en fórmulas matemáticas y cosas complejas. Vamos a explicar por qué, hasta donde la ciencia, las matemáticas y la física saben, es imposible alcanzar la velocidad de luz. Para ello, tenemos que entender algo relativamente sencillo, y nunca mejor dicho: la conocida fórmula E=mc2.
Albert Einstein es un científico que no necesita presentaciones. Uno de sus grandes hitos es la teoría de la relatividad, y, para el caso que nos ocupa, la teoría de la relatividad especial, cuya fórmula es por todos conocida: E=mc2. En esta fórmula, que es la equivalencia entre masa y energía, encontramos tres componentes principales, que son:
La velocidad de la luz en el vacío es de 299.792,458 kilómetros por segundo, aunque siempre suele decirse que es de 300.000 kilómetros por segundo para aproximar y que es lo mismo que decir 1.080.000.000 kilómetros por hora. Sorprendente, como el hecho de que es una velocidad constante.
¿Y qué nos dice esta fórmula? Que la energía se puede calcular multiplicando la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, es decir, que cuando hay masa, hay energía. Incluso un objeto relativamente pequeño en reposo, es decir, que no se mueve, tiene una generosa cantidad de energía. Christophe Galfard pone un ejemplo muy bueno en su libro ‘El universo en tu mano’: si pudiéramos transmutar la masa de una persona de 70 kilos en energía conseguiríamos la misma energía que 210.000 bombas nucleares de Hiroshima.
Ahora bien, la fórmula que hemos usado hasta el momento contempla la energía en reposo, es decir, no está completa. Para completarla y descubrir por qué no podemos viajar a la velocidad de la luz tenemos que meter un ingrediente más: la energía asociada al movimiento, de forma que la fórmula completa queda como E2=(mc2)2+(pc)2, donde:
Dicho de otra forma, la energía total de un objeto es la suma de su energía en reposo (mc2)2 y de su energía asociada al movimiento (pc)2. Ya sabemos que energía es equivalente a masa, por lo que un aumento en la velocidad de movimiento aumentará el valor de «p», ergo de la energía en movimiento, ergo de la masa. De esa forma, conforme aceleramos más masa tenemos y más energía necesitamos para seguir acelerando. Hawking, en su libro ‘Brevísima historia del tiempo», lo explica de la siguiente forma:
«Al diez por ciento de la velocidad de la luz, la masa de un objeto sólo es un 0,5 por ciento mayor que en reposo, mientas que al noventa por ciento de la velocidad de la luz sería más del doble de la masa normal en reposo».
Es decir, que si ponemos un objeto al 90% de la velocidad de la luz, su masa en reposo se habrá más que duplicado. La cosa se pone interesante conforme nos vamos acercando a esos 300.000 kilómetros por segundo, ya que cuanto más nos acercamos, más rápido aumenta la masa, ergo más energía se requiere para seguir acelerándolo, y así sucesivamente.
Dicho de otra forma, la masa tiende a infinito y para poder alcanzar la velocidad de la luz se tendría que aplicar energía infinita, algo que, simple y llanamente, no es posible. Citando de nuevo a Hawking, «cualquier objeto normal está condenado a moverse para siempre con velocidades inferiores a la de la luz».
¿Y por qué la luz se mueve a la velocidad de la luz? ¿No le afecta este fenómeno? Porque la luz está compuesta de fotones, que son una partícula muy particular, valga la redundancia. No solo no tienen masa, sino que tampoco necesitan acelerar ya que están a la máxima velocidad desde el momento en que son creados, es decir, que desde su nacimiento están a 299.792,458 kilómetros por segundo.
Según Hawking, «solo la luz, u otras ondas que no tengan masa intrínseca, puede moverse a la velocidad de la luz», así que, desgraciadamente, no va a ser posible ir de Tatooine a Coruscant en un par de segundos, más aún teniendo en cuenta que las distancias en el espacio son absurdamente altas. Tanto que la luz, viajando a su enormísima velocidad, tarda en llegar de la superficie del Sol a la de Plutón 5:28 horas
Se ha dicho que la banca siempre gana, que los bancos tienen la culpa de todas las crisis y que nunca pagan ninguna condena. En definitiva, un negocio privilegiado porque nunca pierde: si asume altos riesgos y obtiene beneficios, estos se privatizan. Y si lo que obtiene son pérdidas, estas, lejos de privatizarse, se socializan. ¿Cuál es el origen de la banca? ¿Qué supone para el sistema financiero? Y ¿cómo ganan dinero los bancos?
El sistema financiero es el conjunto de instituciones, mercados y agentes que buscan conectar a las personas que poseen dinero con aquellas que necesitan financiar sus proyectos. Esta red está compuesta por aquellos que quieren el dinero y se endeudan para conseguirlo, los prestatarios; los que tienen el dinero y lo prestan, prestamistas; y los que ponen en contacto al prestamista con el prestatario, los llamados intermediarios financieros.
Muchas veces no se piensa en estos últimos, pero sin lugar a dudas son fundamentales, porque sin ellos sería muy complicado obtener financiación. La persona necesitada de capital tendría que buscar a multitud de personas a quienes les sobrase dinero y que lo quisieran prestar, y estas tendrían que asumir el gran riesgo de que el dinero prestado no les sea devuelto. Los intermediarios financieros sirven para poner en contacto de una manera más eficiente a los prestamistas y prestatarios, reduciendo riesgos y ahorrando tiempo. Hoy en día existen multitud de intermediarios: bancos de inversión, fondos de pensiones, fondos de inversión, micromecenazgos, crowdlending… Pero el más antiguo y polémico es la banca tradicional.
Para ampliar: “Hágase el dinero: cómo funciona el sistema monetario”, Javier Gómez en El Orden Mundial, 2019
El origen de la banca se remonta al antiguo Egipto. En el milenio IV a.C., el pago de impuestos se centralizaba en almacenes estatales donde se guardaba el grano de las cosechas para el pago de deudas. De este manera, los agricultores dejaban su cosecha en los almacenes de la misma forma que hoy los ahorradores depositan su dinero en depósitos bancarios. Aunque no fue hasta el milenio II a.C. cuando se dieron los primeros préstamos en forma de grano entre agricultores y mercaderes en ciudades de Fenicia, Asiria y Babilonia: el grano se guardaba en los palacios y su cuantía se anotaba en tablillas de barro. No obstante, los primeros protobancos públicos llegaron en el siglo IV d.C. de la mano del Imperio romano. Éstos no solamente aceptaban depósitos, sino que también prestaban con un interés, cambiaban moneda y aceptaban órdenes de pago, las primeras transferencias de dinero.
Los banchieri, cambistas que operaban sentados en bancos de las plazas públicas de Lombardía, Italia, fueron el origen de la banca moderna en el siglo XII. Los primeros bancos privados, como el Banco de San Giorgio, surgieron ofreciendo una gran variedad de operaciones, así como la separación de actividades financieras de las comerciales. Debido a la prohibición canónica de la usura, los primeros banqueros fueron exclusivamente judíos, porque no estaban subordinados a las leyes de la Iglesia.
Durante el siglo XIII, los templarios sustituyeron a los hebreos como potencia bancaria en Europa: crearon una red de comercio religioso-militar en aras de proteger al peregrino que iba a Tierra Santa. Esto permitió que se convirtieran en tesoreros de la Iglesia y de los reyes europeos, lo que facilitó su apogeo. No fue hasta el siglo XIV cuando la Iglesia levantó el veto a la usura permitiendo la creación de los llamados montes de piedad, instituciones que velaban por los intereses de las clases más pobres. Más tarde, éstos se reconvirtieron en banca privada y algunos siguen funcionando en la actualidad, como el Monte dei Paschi di Siena: creado en 1472, es el banco más antiguo del mundo en activo.
El sistema bancario se extendió por toda Europa ya en los siglos XVI y XVII, cuando también surgió el primer banco nacional, el Banco de Inglaterra. Si bien este banco nació como una entidad privada, Inglaterra prohibió el establecimiento de nuevos bancos en 1844 y nacionalizó el Banco de Inglaterra, que se convirtió así en el primer banco central del mundo, encargado principalmente de controlar la emisión de moneda en el país. La figura de los bancos centrales no tardó en extenderse por los demás países europeos; con ellos se buscaba crear agencias independientes del Gobierno para evitar que la política monetaria cambiara con cada Administración y mejorar así la estabilidad económica. Mientras, la banca privada jugaba el papel de intermediaria financiera entre empresas, particulares y los bancos centrales, que ejercían de “banco de bancos” prestando dinero a la banca privada.
Para ampliar: “Poder y dinero: un repaso a la historia de la banca española en el siglo XX”, en Cinco Días, 2019
A lo largo de toda la historia, el poder político siempre ha estado interesado en controlar la economía en mayor o menor medida. La manera más eficaz de llegar a este objetivo es el control de la demanda y oferta del dinero a través de los bancos centrales, y la regulación de aquellos que lo ponen en circulación, la banca convencional. Si el dinero es la sangre y los bancos privados las venas que irrigan el sistema financiero, los bancos centrales se encargan de dictar la política monetaria: deciden cuánta sangre y cuántas venas hacen fluir la economía. Los bancos centrales son unas agencias cuasindependientes de los Gobiernos, de perfil técnico y con un grado de autogobierno alto, pero con representantes políticos en sus consejos o gobernadores elegidos directamente por ellos.
La política monetaria se basa en el control de la oferta monetaria a través de la tasa de interés, el precio al que los bancos centrales prestan el dinero a la banca tradicional. Con ella se puede influir en el crecimiento o decrecimiento de la economía, en la subida o bajada de los precios (la inflación), el tipo de cambio con otras monedas e incluso el nivel de desempleo. La política monetaria es un instrumento crucial para el desarrollo de un país y su mala gestión puede llevar a que una moneda llegue a no valer prácticamente nada o, por el contrario, a que tenga valor por sí misma, como en el caso del bolívar venezolano o las divisas ligadas al patrón oro, respectivamente.
La banca convencional, sin embargo, es una empresa que se encarga de intermediar entre ciudadanos, empresas o entidades públicas que buscan financiación, y los que pueden proveerla, normalmente con fines lucrativos. Existen dos concepciones erróneas en torno a la forma de operar de un banco: que solo presta el dinero que los ahorradores han depositado en él y que, de forma opuesta, un banco puede incluso prestar dinero creado de la nada. Si la segunda afirmación fuera cierta, los bancos nunca quebrarían, porque siempre podrían autofinanciarse y rescatarse; además, solo los bancos centrales tienen la potestad de crear dinero. En cuanto a la primera afirmación, la banca convencional sí presta mucho más dinero del que los ahorradores le han entregado. Por tanto, aunque los bancos no pueden crear dinero, sí prestan más dinero del que tienen. ¿Cómo lo hacen?
Cuando el banco presta dinero lo hace sobre la base de las reservas entregadas por los ahorradores, que ha prometido devolver si estos se las piden. Sin embargo, los ahorradores no suelen pedir todo el dinero de una vez ni todos al mismo tiempo, lo que da margen al banco para prestar más dinero del que realmente tiene en reservas: solo si todos los ahorradores pidieran su dinero al mismo tiempo se pondría de manifiesto que el banco no puede devolvérselo por habérselo prestado a otros usuarios. De esa manera, el banco no está creando dinero, pero sí está poniendo en circulación una deuda que antes no existía y que hace pasar por dinero real, el llamado “sustituto de dinero”. Este fenóneno se conoce como “efecto multiplicador de la banca” y consigue economizar enormemente el uso del dinero, facilitando su circulación.
La cantidad máxima de deuda que un banco convencional puede emitir está regulada por ley y se mide a través del ratio de reserva, también conocido como “coeficiente de caja”. Así, un ratio de reserva del 5% permitiría al banco prestar 1.000€ teniendo solo 50€ en reserva. Esta herramienta de la política monetaria está detrás de los grandes beneficios de la banca, pero también encierra el porqué del crecimiento económico y de las crisis. Cuando el crédito fluye en la dirección correcta la economía avanza y crece; cuando un banco asume demasiados riesgos, prestando dinero sin analizar la capacidad de devolución, por ejemplo, aumenta la posibilidad de una crisis. Un impago puntual no es un problema, el problema de verdad reside en que esa mala praxis sea estructural: un ratio de reserva muy bajo favorece que haya más deuda en la economía y, por lo tanto, más riesgo de que los préstamos no sean devueltos. Además de los préstamos, la principal fuente de ingresos de los bancos son las comisiones de apertura, mantenimiento o administración de las cuentas, y otros servicios que cobran a sus clientes.
Además de conseguir dinero de sus clientes, los bancos se pueden financiar en las subastas de liquidez. Esta es la manera que tienen los bancos centrales para poner el dinero en circulación, prestándolo solo a los bancos convencionales a un tipo de interés determinado en función de su política monetaria y con condiciones de devolución muy ventajosas. Los bancos privados también pueden prestarse dinero entre sí, en cuyo caso las transacciones deben ser canalizadas por el banco central o las cámaras de compensación. El precedente de estos organismos se encuentra en los banqueros genoveses de la Edad Moderna, que se reunían cuatro veces al año para compensar deudas que habían contraído entre ellos, evitando así el riesgo de una crisis bancaria por exceso de deuda. En la actualidad, el proceso es parecido: los bancos cancelan sus deudas mutuamente y solo se requiere dinero real para liquidar el saldo final. Por ejemplo, la cámara de compensación Chips canaliza transacciones diarias de 1,5 billones de dólares con 3.000 millones de dólares: solo necesita 0,2% de dinero real, el 99,8% restante es deuda que ha sido compensada.
Para ampliar: “El Banco Central Europeo y la magia monetaria”, Fernando Arancón en El Orden Mundial, 2015
El sistema bancario funciona en un contexto de monopolio del dinero: solo existe una moneda de curso legal controlada por un banco central semidependiente, que decide la política monetaria. El banco central otorga licencias bajo requisitos muy concretos a determinadas empresas, la banca tradicional, lo que implica que puedan formarse oligopolios: en España se pasó de 296 bancos particulares en 1925 a diecinueve en 2019. Además, la banca convencional es la única empresa que puede acceder directamente a financiación a bajo precio de los bancos centrales.
Ese acceso privilegiado a la financiación contribuye a que el modelo de negocio de la banca premie el riesgo. Al tener acceso a gran cantidad de dinero gracias a los bancos centrales, los bancos privados pueden permitirse inversiones de mayor volumen y a largo plazo, como las hipotecas a treinta años. A eso se le añade que los bancos establecen el interés de sus préstamos dependiendo del riesgo de la inversión, con mayor interés cuanto mayor riesgo. Gran cantidad de dinero que invertir y premios al riesgo suponen grandes alicientes a que los bancos asuman riesgos excesivos.
Por si fuera poco, los bancos pueden prestar dinero sin tenerlo, poniendo en circulación sustitutos de dinero. El segundo riesgo del sistema se encuentra, por tanto, en que se está poniendo en circulación un dinero que no se tiene. Ese riesgo ha obligado a imponer una regulación surgida después de que se pusieran de manifiesto las fallas del sistema. Después de la quiebra del banco alemán Bankhaus Herstatt en junio de 1974, los líderes del G10 se sentaron en 1988 para acordar unos parámetros básicos que impidieran que los bancos se endeudaran hasta el infinito. Esas negociaciones fructuficaron en el primer Acuerdo de Basilea, que después fue actualizado dos veces más en 2004 y 2010, después de la última gran crisis, cuando se estableció un ratio de reserva mínimo del 8%. Estos acuerdos se aplican en veintisiete países y territorios, incluyendo todos los miembros del G20, así como importantes centros bancarios como Hong Kong y Singapur, que se reúnen en el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.
El tercer riesgo del sistema proviene de la interconexión de los bancos. Dado que los bancos son los encargados de intermediar entre el resto de agentes económicos, un fallo en el sistema bancario puede hacer caer el conjunto de la economía, un efecto dominó que desencaderanía graves consecuencias económicas, sociales y políticas. De ahí deriva el estricto control por parte de los bancos centrales y Gobiernos. La banca convencional es una empresa privada que vive en una bancarrota perpetua: solo se sostiene sobre la confianza de los ahorradores. Si la confianza en un banco se quebrara, es posible que el resto de bancos del sistema se contagiaran; en un escenario así, el Gobierno podría verse obligado a limitar la extracción de dinero en cajeros o cerrar las sucursales bancarias, lo que conmunmente se conoce como corralito. Por el contrario, si hay confianza en el sistema, los bancos pueden llegar a mantener en reserva solo el 1% de todo lo que prestan, como era el caso de Citibank justo antes de estallar la crisis económica de 2008.
Si los bancos asumen los riesgos de una manera inteligente, la economía crece y estos obtienen unos beneficios de los que gozan como cualquier otra empresa privada. Sin embargo, ¿qué sucede si los préstamos que ha concedido el banco no son devueltos? ¿Qué puede hacerse cuando un banco entra en crisis y hay riesgo de contagio en el sistema bancario? Existen distintas opciones dependiendo de la amenaza: puede tratarse de un default, la incapacidad del banco de hacer frente a sus deudas a corto plazo, pero también puede existir un riesgo real de quiebra, la incapacidad de pagar las deudas a largo plazo. A menudo, los bancos centrales y Gobiernos deben articular una respuesta rápida en un periodo de tiempo muy corto disponiendo de una información incompleta o errónea. Ante esta situación, tienen dos opciones. La primera es dejar caer al banco, asumiendo el coste económico y social que supondría la pérdida de los ahorros de miles o millones de clientes y otras inversiones que tuviera el banco, e incluso arriesgándose a que se propague la crisis. La segunda es socializar las pérdidas del banco; es decir, utilizar dinero público para rescatarlo y mejorar su situación.
La socialización de las pérdidas se puede alcanzar inyectando dinero a los bancos para que hagan frente a sus problemas de liquidez o efectivo a través de las llamadas tasas de interés negativas. También se pueden comprar los activos tóxicos, las deudas que el banco sabe que jamás le devolverán. Además, el Gobiernos puede rescatar a los bancos en riesgo de quiebra con dinero del contribuyente, comprándolos y haciendo al Estado responsable del pago de sus deudas. En la práctica, se suelen combinar varias medidas dependiendo de la situación de cada banco, tal y como hizo el Banco Central Europeo (BCE) durante la crisis bancaria de 2008: haciendo uso de sus políticas monetarias, el BCE decidió bajar los tipos de interés, mientras los Gobiernos de la UE rescataron a 61 bancos para evitar su bancarrota. El coste total de estas medidas se estima en 413.000 millones de euros de dinero público.
Con Acuerdos de Basilea o sin ellos, la función de la banca tradicional es fundamental para el desarrollo de una economía. Su misión no solo consiste en poner en contacto prestamista con deudor, sino en ser el garante de la viabilidad de un sistema basado en la confianza. Este rol lo ha convertido en uno de los agentes económicos más regulados e intervenidos de la economía, el precio a pagar por quien ejerce como única empresa intermediaria entre el banco central y el resto de empresas, particulares, instituciones y mercados que conforman el sistema financiero. Dichas ventajas son un incentivo para que su modelo de negocio se base en maximizar su rentabilidad, lo que supone aumentar sus riesgos. Gracias a la socialización de las pérdidas, esto supone que la banca se ha convertido en un modelo de negocio privilegiado en el que no existe libertad de entrada y al que siempre le tiene que ir bien por la enorme responsabilidad en el desarrollo de la prosperidad, la estabilidad económica y la creación de la riqueza. Tal y como está diseñado, el sistema no puede caer, pase lo que pase.
Para ampliar: “¿Qué le da valor a tu dinero?”, El Orden Mundial, 2020
El último single de Bon Jovi. No está mal.
El pasado lunes fue publicada una de mis últimas colaboraciones para el medio La Razón, donde se cuestiona el empleo de edulcorantes en refrescos con las famosas nomenclaturas «light» y «zero», así como si estas bebidas son más saludables que sus versiones tradicionales. A continuación te ofrezco un breve extracto del artículo:
“Estos endulzantes son una alternativa para la reducción paulatina del azúcar en nuestra dieta, aunque tampoco es demasiado positivo mantener su consumo a largo plazo”, subraya Mario Sánchez, tecnólogo de alimentos y creador del blog Sefifood. La hipotética ventaja de estas bebidas se centra en la ausencia de calorías vacías que, entre otras cosas, están asociadas al riesgo de padecer obesidad. De esta forma, parece que optar por estas versiones sin azúcar darían lugar a un balance energético negativo, por lo que se adelgazaría, pero no es del todo así.»
Puedes leer este artículo de Pedro del Corral
en el que colaboro haciendo clic aquí, para La Razón.
Si has leído el artículo y te has dignado a volver, has hecho muy bien. A continuación, y como hago siempre, te muestro las preguntas y respuestas que ofrecí al medio, por si quieres profundizar más en el tema:
La diferencia principal es el endulzante que contienen. Por un lado, los refrescos tradicionales contienen azúcar en su composición, mientras que los light y zero poseen edulcorantes para dar el sabor dulce. Los edulcorantes son compuestos acalóricos que sustituyen al azúcar y permiten endulzar sin un subidón extra de calorías. Entre los refrescos light y zero no existe ninguna diferencia, ambos poseen la misma composición, solo que a nivel de marketing están enfocados en públicos objetivos diferentes. Primero surgieron los refrescos light, más vinculados al público femenino, y posteriormente el sector «zero», dirigido al público masculino.
Los habituales en los refrescos light o zero son el aspartamo, acesulfamo K o la sucralosa.
No me gusta hablar en términos de peligrosidad, ya que estos productos cumplen estrictos controles de seguridad alimentaria, como el resto de productos alimenticios. Otra cosa es que sean saludables. La últimas evidencias científicas señalan a los edulcorantes como una posible alternativa en la reducción del azúcar en nuestra dieta, aunque por otras razones no es demasiado positivo mantener su consumo a largo plazo. Podríamos decir que son una buena opción para reducir paulatinamente el consumo de azúcar, pero sin considerarlos como un producto saludable.
No es que «engorden» como tal, sino que su consumo a largo plazo está vinculado al aumento de peso. Los edulcorantes modifican aquello que llamamos «umbral del dulzor», es decir, nuestra percepción del sabor dulce, haciendo que cada vez dependamos más de él y por lo tanto nuestro apetito se estimule ante otros productos menos saludables.
El estudio de la microbiota humana es un campo de investigación muy reciente, por lo que todavía es pronto para sacar conclusiones. Sin embargo, es cierto que cada vez más estudios señalan que algunos edulcorantes, como los polialcoholes, podrían tener este efecto negativo en nuestro organismo.
Peligroso no, insano sí. Los refrescos son productos superfluos y totalmente prescindibles en nuestra dieta, así que cuantos menos consumamos, mejor.
Otra de esas canciones que me traje bajo el brazo en el año 2003. Una promesa para el rock de este país que se quedó en eso: promesa.
Barack Obama terminó de pagar su deuda estudiantil con 44 años, justo antes de convertirse en senador. En su comienzos como política, Alexandría Ocasio-Cortez era entrevistada por Vivian Wang (New York Times, 27 de junio de 2018), cuyas tres primeras frases fueron: “Nunca ha ocupado cargos públicos. Todavía está pagando su deuda estudiantil. Tiene 28 años”.
Los medios de comunicación estadounidenses generalistas y económicos se refieren al sistema de la deuda educativa como “un riesgo”, “una amenaza”, “una burbuja”, “una estafa” que hará crash en el momento menos esperado. El drama social de este modelo mercantilizador lo han reflejado series como Shameless (Temporada 10, capítulo 2), donde uno de sus protagonistas pierde su sueldo por impago de una deuda estudiantil aumentada con intereses.
Después de las hipotecas de vivienda, la deuda estudiantil es hoy la mayor deuda privada en EE UU. Y es la deuda más rápida en crecer. En los últimos 20 años se ha duplicado y va camino de los dos billones de dólares
Después de las hipotecas de vivienda, la deuda estudiantil es hoy la mayor deuda privada en EE UU. Y es la deuda más rápida en crecer. En los últimos 20 años se ha duplicado. En el último trimestre de 2018, la deuda educativa aumentó 166.400 millones de dólares. En 2019, esta deuda acumulada va camino de los dos billones de dólares, más que el PIB completo de la mayoría de países del planeta, incluidas las economías de Brasil, Rusia, Canadá, Australia, Italia o España. Una cifra que superará quizás el total de la deuda pública de España, 2,1 billones de euros.
“Las razones para la acumulación de deuda educativa tienen que ver con un sistema financiero especulativo que fomenta el aumento de la desigualdad y la concentración de la riqueza económica (más pobres con mucho menos, menos ricos con mucho más). El aumento creciente de los impagos es un “síntoma del fracaso” del modelo neoliberal”, explica una profesora universitaria de Nueva York que prefiere mantenerse en el anonimato..
Según Palmar Álvarez, profesora en Carleton College (Minnesota), varios factores hacen que decenas de miles de familias en EE UU no puedan pagar hoy los préstamos que asumieron para estudiar en la universidad. Uno: austericidio y recorte de derechos básicos. Dos: precarización y devaluación del empleo. Y tres: congelación de salarios. No, por supuesto, los salarios altos, que han crecido desde los 90. Los de la clase media se han quedado virtualmente estancados. Y los bajos, han ido a peor.
En EE UU casi la mitad de los estudiantes universitarios están endeudados, en especial aquellos que hicieron Grados y Postgrados en universidades privadas. Una cuarta parte de la población, 44,7 millones de personas, tiene una deuda estudiantil
Durante los últimos 20 años se ha creado una burbuja económica privada con consecuencias públicas y hoy sigue estirándose a costa de la vida de la gente común. “El triángulo meritocracia, creditocracia y deudocracia implica grandes dosis de individualismo, desprotección social y recortes de unos sistemas públicos esquilmados históricamente en EE UU”, comenta una profesora del SAIC de Chicago que también prefiere proteger su identidad.
El aumento de esta deuda está unido a “una relación con los bancos que en Europa os cuesta entender”, apunta Mary Taylor, investigadora y profesora de la City University of New York (CUNY). “También cuesta entender el sistema universitario estadounidense. Sé que es difícil de explicar, pero lo público, lo privado, lo no lucrativo y lo lucrativo no son cuatro tipos diferentes, sino cuatro elementos que se pueden combinar. Por ejemplo, Princeton es una universidad privada sin fines de lucro, pero también hay universidades privadas con fines de lucro (o colleges, muy a menudo). Las universidades estatales son todas sin fines de lucro”.
En EE UU casi la mitad de los estudiantes universitarios están endeudados, en especial aquellos que hicieron Grados y Postgrados en universidades privadas. Una cuarta parte de la población adulta estadounidense —44,7 millones de personas— tiene una deuda estudiantil, generalmente contraída en centros privados, que terminará de pagar a duras penas tras 20 años y varias refinanciaciones bancarias.“Los préstamos estudiantiles incluyen aquellos préstamos para financiar gastos educativos proporcionados por bancos, cooperativas de crédito y otras instituciones financieras, así como gobiernos federales y estatales”, define el banco de la Reserva Federal de Nueva York.
Estamos hablando de deudas estudiantiles con un tipo de interés entre el 5% y el 8%. Y eso que el 85% de estas deudas son públicas —del Gobierno federal gestionadas a través de los colleges—. “Pero cada vez más gente no puede pagar sus préstamos educativos”, insiste Taylor. Hoy más de ocho millones de personas se encuentra en situación de impago de deuda estudiantil.
Acudir a universidades privadas como Harvard en 2019 —tuition, room & board, el alojamiento en el campus suele ser obligatorio— cuesta 71.150 dólares. Como dice el eslogan del Pratt Institute de Nueva York, “parents are partners” (los padres son los socios). El negocio está servido.
“Pero cada vez más gente no puede pagar sus préstamos educativos”, insiste Taylor. Hoy más de ocho millones de personas se encuentra en situación de impago de deuda estudiantil
Según un estudio de Brookings firmado por Adam Looney y Constantine Yannelis en 2015 al menos la mitad del alumnado de los colleges y universidades privadas en EE UU no va a poder devolver a los bancos la deuda que adquirió para estudiar en un centro privado.
“Pero EE UU no es homogéneo, hay que situarse en cada uno de los 32 Estados para conseguir una foto completa. Algunas regiones se han enriquecido mucho, sus universidades privadas tienen muchos medios y se perciben como prestigiosas, la costa Oeste y la costa Este, fundamentalmente”, puntualiza Joel Weisberg, profesor emérito de físicas, astronomía y ciencias Naturales en Carleton College.
En 2012, la media de deuda por estudiante al terminar su grado universitario era de 30.000 dólares. En 2018, la cifra superaba los 32.000 dólares; en 2019, más de 37.000. La deuda media es casi cuatro veces más que en los años 90.
“Una de las razones del aumento de esta deuda es el aumento de los precios de las matrículas, que está relacionado, por un lado, con la disminución de la financiación estatal —federal y local— y, por otro, con la forma en que la universidad ha asumido la estructura de una corporación, en la que las personas que se encuentran en la cima reciben salarios a menudo equivalentes a los de los directores ejecutivos, pero también proporcionalmente similares a las diferencias salariales en las empresas”, explica Taylor.
Las tasas y matrículas universitarias han aumentado un 1.100% en las últimas tres décadas. A pesar de la predicción de recesión para 2020, “el sistema de la deuda estudiantil es una estafa y seguirá creciendo”, según The Wall Street Journal
El gasto público en educación superior en EE UU ha aumentado progresivamente desde 1962, con dos años en negativo, 2009 y 2013, coincidiendo con el crash del capitalismo financiero. Al mismo tiempo, los costes de la universidad (tasas y matriculas) pública y privada han aumentado un 1.100% en las últimas tres décadas (The Debt Resisters: Operations Manual, p.67). A pesar de la predicción de recesión para 2020, “el sistema de la deuda estudiantil es una estafa y seguirá creciendo”, según The Wall Street Journal.
A finales de octubre de 2019, Arthur Wayne Johnson, principal responsable de préstamos universitarios de la Administración de Donald Trump durante los dos últimos años, renunció a su cargo en el Departamento de Educación y anunció que trabajaría para la cancelación de deuda estudiantil masiva gestionada por el gobierno federal. Elbusinessman de Georgia presentó en The Wall Street Journal el objetivo de cancelar hasta 50.000 dólares a cualquier estudiante con deuda estudiantil federal, en total, según sus cálculos 925.000 millones de dólares.
La renuncia de Wayne llegó el mismo día que un juez federal acusó de desacato a la actual ministra de Educación estadounidense Betsy DeVos por violar una orden jurídica que exige dejar de cobrar las deudas de 60.000 estudiantes estafados por la empresa Corinthian Colleges en 2014. El Departamento de Educación fue multado con 100.000 dólares, pero Devos siguió en el cargo de ministra.
DeVos ya estuvo implicada en un escándalo de corrupción y desvío de fondos de un college for-profit. Un caso de estafa a estudiantes parecido a la Universidad Trump. Con motivo de la reforma del sistema de acreditación de centros de educación superior, DeVos declaraba a finales de 2018: “Repensar la educación superior requiere que desafiemos cada supuesto, examinemos cada práctica y cuestionemos el status quo. Debemos preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, si puede haber una mejor manera y si se satisfacen las necesidades de todos los estudiantes”.
Bernie Sanders defiende la necesidad de que la universidad sea gratuita, condonar la deuda estudiantil, reducir las tasas de interés de los préstamos educativos y que agujero financiero sea cubierto con un impuesto a la bolsa
Enfocado en las próximas elecciones generales previstas para el 3 de noviembre de 2020, el demócrata Bernie Sanders defiende la necesidad de que la universidad sea gratuita, condonar la deuda estudiantil, reducir las tasas de interés de los préstamos educativos y hacer que el agujero financiero que se provoque sea cubierto con un impuesto a la bolsa de Wall Street.
En la misma línea se está pronunciando la abogada, ex profesora de la Universidad de Harvard y senadora Elizabeth Warren, que en 2013 denunció que el Programa Federal de Préstamos Estudiantiles ya generaba “beneficios obscenos” dentro de la Administración de Obama.
En contradicción con las propuestas anteriores, Donald Trump, responsable del presupuesto estatal para 2020, ha propuesto acabar con el programa público de condonación de deuda estudiantil para funcionarios públicos.
En la actualidad, el Gobierno de EE UU exige por ley que todas las instituciones de educación superior —universidades públicas y privadas— publiquen el número de estudiantes que piden préstamos y el porcentaje de impagos. Pero al mismo tiempo permite gestiones ilícitas, especulativas y corruptas en materia educativa.
Paseo por campus y edificios de universidades privadas en Minnesota, Chicago y Nueva York. Son bucólicos y están equipados con tecnología puntera. Hay residencias estudiantiles estilo Harry Potter, instalaciones deportivas, hospitales, bosques y lagos. Pero la calidad de la educación no se debería medir por tecnologías, lagos o instalaciones deportivas, sino por el contenido de los programas educativos, el profesorado y la forma de enseñar.
Un estudiante endeudado empieza a pagar entre seis y nueve meses —“periodo de gracia”— después de graduarse en la universidad, tenga o no un trabajo asalariado
Lo que está en crisis no es el modelo público de educación superior, sino el modelo privatizado y neoliberal que reproducen más de 7.000 universidades y colleges en EE UU. En la universidad, el fracaso del capitalismo se está materializando en una huida hacia delante, la burbuja de la deuda estudiantil. “Una deuda que fomenta el sector privado, pues aquellos estudiantes que fueron o van a una universidad pública, pagan tasas mucho menores, pueden trabajar mientras estudian y no suelen acumular deudas”, insiste Álvarez-Blanco.
Un estudiante endeudado empieza a pagar entre seis y nueve meses —“periodo de gracia”— después de graduarse en la universidad, tenga o no un trabajo asalariado. Pero “aunque obtengas un aplazamiento de los pagos, en la mayoría de los casos los intereses siguen subiendo. Los préstamos estudiantiles tienen las condiciones más agresivas e injustas, y en mi opinión están condenados a extinguirse tarde o temprano, aunque para que esto ocurra será necesaria mucha movilización popular”, precisa la artista, activista y profesora Begoña Santa Cecilia desde Nueva York.
Según el informe del Federal Reserve Bank of Nueva York de 2018, el 11.4% de la deuda estudiantil agregada tenía impagos superiores a los 90 días. Este porcentaje sigue en aumento.
Otro informe ya indicaba en 2012 cómo “es probable que los índices de morosidad en préstamos estudiantiles subestimen las cifras reales, porque casi la mitad de estos préstamos se encuentran aplazados, en períodos de gracia o indulgencia de morosidad y, por tanto, no figuran en el ciclo de reembolso de deuda. Esto implica que los índices de morosidad son aproximadamente el doble”.
“Nadie pregunta de dónde vienen tus ingresos. Porque hablar del origen del dinero que manejas y que te permite estudiar, comer, alquilar una habitación cuando tienes 20 años es hablar indirectamente de los ingresos familiares. Y hablar de la clase social sigue siendo un gran tabú”, puntualiza Palmar Álvarez-Blanco.
Detrás de las estadísticas, hay millones de vidas truncadas y muchas preguntas que no se formulan en voz alta. ¿Tuviste becas para pagar las tasas universitarias? ¿Tu familia es rica? ¿De dónde viene ese dinero? ¿Tu familia se endeudó por ti?
No obstante, “la riqueza de la familia entra en juego si la familia declara su renta vinculada al estudiante como “dependiente”. Si un estudiante presenta su propia renta, solo se tienen en cuenta sus ingresos. De esta manera, incluso los estudiantes ricos pueden obtener fondos limitados del Estado porque la riqueza de su familia es invisible”, apunta Taylor.
Detrás de las estadísticas, hay millones de vidas truncadas y muchas preguntas que no se formulan en voz alta. ¿Tuviste becas para pagar las tasas universitarias? ¿Tu familia es rica? ¿De dónde viene ese dinero? ¿Tu familia se endeudó por ti? ¿Qué precio pagaste por graduarte? ¿Trabajas en algo relacionado con tus estudios? ¿Hiciste un máster? ¿Un doctorado?¿Qué aprendiste? ¿Te arrepientes? ¿Cuántos años llevas tomando antidepresivos y ansiolíticos?
“Dentro de la universidad no se ve lo que pasa”, dice una estudiante del SAIC de Chicago que también prefiere mantener en el anonimato. “Es más caro pedir un préstamo estudiantil que hipotecarte para comprar una casa”. “La llamada “economía del conocimiento” es una estafa financiera que pagamos las personas con menos recursos”, dice enfadada.
Lo que pasa es que hoy la gente “acaba trabajando en cosas distintas a las especialidades para las que nos preparamos durante años en la universidad”, precisa Brad Radford, profesor de Física en Chicago. Este hecho —novedoso en EE UU pero no en España— también está quebrando el sistema económico de la deuda educativa. “Estudias Física, Periodismo, Derecho, Biología, Literatura o Ingeniería, pero luego es muy probable que trabajes en otra cosa, con un salario bajo que no llega para pagar la deuda universitaria que acumulaste. Yo tengo mucha suerte porque estoy dando clases en un máster privado”, confiesa Radford.
Ahora los Comités de Admisiones y Ayuda Financiera de las universidades privadas están redefiniendo el rango de estudiantes provenientes de familias “de clase media” para aceptar y becar a más estudiantes de familias no ricas y fomentar lo que en EE UU llaman “diversidad socioeconómica”.
En el contexto de desmantelamiento de la universidad pública, ya no existe un sistema público de mentores y de orientación universitaria, pues ha cambiado la distribución de tareas en la universidad. El libro The Fall of the Faculty incluye datos que demuestran que antes por cada tres profesores había un PAS (Personal de Administración y Servicios). Ahora hay más administradores que profesores.
Para Steven Torres, profesor en la Universidad de Nebraska, “sin duda, ha habido una enorme proliferación de personas administradoras a todos los niveles. En la Universidad de Vanderbilt (Tennessee), por ejemplo, hay 64 empleados no docentes por cada 100 estudiantes. También ha habido un incremento en personal docente sin contrato fijo y a tiempo parcial. Según la American of University Professors – AAUP (sindicato de profesores universitarios de Estados Unidos), entre un 76% y un 78% de los profesores universitarios en Estados Unidos, según el estudio que consultes” se ve afectado por este tipo de precariedad laboral.
Según Mar Valdecantos, escritora y organizadora comunitaria en Minnesota, “la diferencia entre una privada y una pública es el seguimiento personalizado de profesores y mentores. La labor de asesoría y mentoría es fundamental para tener éxito en tu carrera universitaria”.
“Hay que poner límite a la mercantilización de la educación y apoyar el sector público. El problema es el capitalismo y el desmantelamiento de lo público”, prosigue la profesora Álvarez-Blanco
“Parte del problema tiene que ver con la devaluación de lo público —falta de inversión— que hace que el sector privado pueda ofrecer muchos mejores servicios”, explica Palmar Álvarez Blanco.
“El problema estudiantil” es el problema de un modelo económico. “Y este problema no se va a resolver por sí solo”, afirma Mary Taylor. “Por eso creo que es importante haya una regulación específica en el tiempo, ya que los estudiantes endeudados hoy no son libres para estar desempleados, subcontratados o siquiera protestar, porque están en deuda con los bancos y éstos pueden quitarte todo el dinero de tu cuenta”.
“Hay que poner límite a la mercantilización de la educación y apoyar el sector público. El problema es el capitalismo y el desmantelamiento de lo público”, prosigue Álvarez-Blanco.
Las huelgas estudiantiles de 1975 en Nueva York y Massachusetts no imaginaron el calado de la reforma educativa que iba a tener lugar en las siguiente décadas. Los gastos universitarios han aumentado en EE UU un 500% desde 1985 hasta hoy.
Las críticas y demandas del movimiento Salary for Students se quedaron cortas. Porque hoy el alumnado, además de ayudas económicas, tiene salarios bajos en sus universidades, pero sigue endeudado.
El sistema universitario hoy no tiene nada que ver con la universidad de los años 60 en EE UU. “Mis padres pudieron estudiar una carrera y no están endeudados. Yo soy bailarín y decidí que no me iba a endeudar yendo a la universidad, así que no tengo estudios superiores”, afirma el artista Jerry de Seattle.
En el contexto de la deuda y de las preocupaciones del alumnado, ¿cuál es el papel del profesorado universitario?¿Cuál es nuestro papel entonces? “We don’t preach, we teach” (no predicamos, enseñamos)”, concluye Álvarez- Blanco.
Agentes como UniRank, TalentLMS, Kindercare, Laureate, Educate INC o Donorschoose forman parte del entramado educativo estadounidense. Lobbies, universidades privadas, multinacionales y políticos llevan medio siglo insertándose en Latinoamérica, África y Asia. El continente asiático es hoy el nicho comercial más prometedor. Las élites de India, Corea del Sur y del Norte, China, Taiwan o Japón no dudan en enviar a sus hijos a estudiar a EE UU.
El modelo neoliberal también se ha exportado a Europa. Antes de la Reforma europea del Plan Bolonia que se materializaría en 2000 con la Estrategia de Lisboa, Reino Unido ya lo había “comprado”. Sin embargo, esta forma de entender y gestionar la universidad no está teniendo tanto éxito como el esperado. La educación superior es un derecho fundamental el movimiento estudiantil lo recuerda cada curso.
El prestigio de ir a universidades privadas como Princeton, Columbia u otros centros de la liga IVY, la lista deportiva de “las mejores universidades de EE UU” conlleva obtener “los mejores puestos de trabajo” y si no eres rico, endeudarte probablemente con el banco
“Las ivylitas” ofrecen una educación personalizada, programas de mentorías a medida y equipos tecnológicos punteros. Pero el modelo meritocracia fomenta un deseo de estatus social que sobrepasa los límites de unas condiciones materiales precarizadas. En California, el 19% de los estudiantes son literalmente homeless cada curso académico. Duermen durante los años que dura su carrera universitaria en sus vehículos porque no pueden pagarse una habitación en condiciones.
Las relaciones entre centros educativos y gobierno federal están intermediadas por una industria bancaria –el banco privatizado Sallie Mae y su primo Fannie Mae copan el mercado– que gestiona los préstamos y cuyo lucro proviene de los intereses financieros de la gestión de estas deudas.
Como ha informado el Wall Street Journal, los responsables gubernamentales de las políticas educativas y fiscales están “demasiado relajados” y regulan poco las 15 empresas contratadas como agencias recaudadoras para cobrar los pagos educativos en nombre del gobierno.
Basta teclear #SallieMae en twitter para observar el poder de influencia que el banco tiene a través de sus community managers y asesores, así como las experiencias traumáticas de familias y estudiantes endeudados que reúnen hashtags como #debtlife.
Los informes que Sallie Mae publica (“How America Pays for College”, 2016) ofrecen estadísticas que ocultan la desigualdad del sistema y refuerzan la idea trampa de la “libre elección”: el 67% de las familias condiciona su decisión de apoyar a sus hijos según el precio de los Colleges y el 40% de los estudiantes no va al College que desea por cuestiones financieras.
“El sistema económico de la deuda educativa es una ingeniería financiera de alta definición diseñada para ganar dinero a costa del estudiante y su familia”, describe una profesora universitaria en Nueva York que prefiere mantenerse en el anonimato.
Tras cinco años de estafa educativa, en marzo de 2010 el Comisionado Adjunto de Educación Superior, Joseph Frey, envía una carta a Trump: “El uso de la palabra ‘universidad’ por parte de su empresa es engañoso y viola la Ley de Educación de Nueva York y las Normas de la Junta de Regentes”. Tres meses después la “Trump University” cambia su nombre por «The Trump Entrepreneur Initiative”, pero el engaño continúa.
En 2011 la oficina del fiscal general de Nueva York abre una investigación a la empresa que desemplumaba hasta 35.000 dólares por asistir a seminarios de tres días. En 2013 el Estado de Nueva York presentaba una demanda civil de 40 millones de dólares contra la Universidad de Trump alegando prácticas comerciales ilegales y fraude. En 2014 llega la condena. Además, la “Universidad trump” y el propio Donald tuvieron que afrontar sendas demandas colectivas por las que Trump debió pagar 25 millones de dólares en noviembre de 2016, dos meses antes de asumir la presidencia del país. Los abogados de las causas trabajaron gratis para maximizar el dinero retornable a los casi 7.000 estudiantes estafados.
En medio del boom globalizado de cursos por internet (MOOCs, Massive Open Online Courses) que está teniendo lugar desde hace un lustro, hay otros chiringuitos camuflados bajo el nombre de “filantropía”. Así legan “inventos educativos” de gigantes como Google, que ha desarrollado todo tipo de dispositivos para “captar el talento” (p.e. Google’s Global K-Startup), capitalizar saberes y herramientas que luego revenderá a la ciudadanía. Multinacionales hacen el trabajo que deberían hacer ministerios de Educación y escuelas públicas de cada región del planeta. Bravo.
En la cara amable y “filantrópica” del capitalismo cognitivo, también aparece Twitter. En 2013 Twitter compró Marakana (empresa de San Francisco, EE UU, dedicada al entrenamiento en lenguajes informáticos de código abierto) y en 2014 empezó su propia “universidad”, en colaboración con amigos como Youtube. No hay constancia de querellas por uso fraudulento del compuesto “Twitter University”. Es más, hoy la multinacional de la información en red se permite el lujo de hacer rankings de las universidades de verdad. ¡Y los centros educativos los tienen en cuenta!
En este contexto, “las injerencias educativas de bancos como Santander con su portal Universia o BBVA con elevadas partidas para universidades y centros de investigación públicos –denunciadas por el movimiento estudiantil español desde el año 2000– resultan de aficionados”, describe una analista de datos de Madrid que prefiere mantener en anonimato.
El cambio de modelo: la educación como un derecho a la educación como una mercancía para intereses individuales se materializa en los escándalos de lenders y universidades. (P. 70 The Debt Resisters. Manual Operations)
En 2012 ya se documentó más de un billón de dólares de deuda estudiantil impagada en EE UU, una acumulación que solo superan las hipotecas de vivienda. El colectivo cita la investigación “Delinquency: The Untold Story of Student Loan Borrowing”, de Alisa F. Cunningham y Gregory S. Kienzl, para observar que ya en 2005 el 41% de los estudiantes endeudados no podían pagar y eran considerados delincuentes por defecto.
Debt Collective, nacido del colectivo Rolling Jubilee durante el movimiento Occupy Wall Street de 2011, sigue llamando a la “huelga de la deuda” y a unir fuerzas para cambiar el sistema educativo y su relación con los bancos. Adquirir deuda para financiar tu educación significa que la educación ya no es un derecho fundamental. En su web dicen: “Si tú le debes mil dólares al banco, el banco es tu dueño. Pero si le debes un billón, entonces el banco te pertenece”.
Durante estos años Debt Collective se está dedicando a comprar deudas estudiantiles a través de crowfundings ciudadanos. Los bancos venden estas deudas en bolsa a precios reducidos. En 2015 el colectivo había abolido más de 31 millones de dólares de deuda estudiantil.
Soy introvertido y me encanta.
Y no estoy solo. Los introvertidos están en todas partes.
Y nuestro enfoque tranquilo de la vida, nuestra necesidad de tiempo solitario no es un defecto, es un regalo.
Pero como introvertido no siempre es fácil darse cuenta de lo maravilloso que eres.
El mundo se siente como un lugar que premia a los extrovertidos.
Donde ser ruidoso se confunde con ser confiado y feliz.
Donde todos tienen algo que decir, pero nadie escucha.
Un mundo de oficinas de planta abierta, fiestas en red y grandes personalidades.
Para aquellos que hablan en voz baja, es fácil sentirse excluido.
Cuando era niño, me mezclé en el fondo.
Muchos pensaron que tenía poco que decir o que simplemente no me gustaban los demás.
Pero eso no era cierto.
Las personas a menudo piensan que los introvertidos son tímidos o antisociales.
Pero estos son conceptos erróneos.
Los introvertidos, como cualquier persona, pueden encontrar diversión socializando.
Pero mientras las fiestas dejan a los extrovertidos con energía, después de un tiempo, los introvertidos necesitan recargarse lejos de los demás.
Hay una teoría científica para esto.
Hay dos compuestos químicos importantes que se encuentran en todos nuestros cerebros: dopamina y acetilcolina.
La dopamina es como un golpe de energía cuando tomamos riesgos o conocemos gente nueva y hace que los extrovertidos se sientan genial.
Pero los introvertidos son más sensibles a la dopamina y se sobreestimulan rápidamente.
Es por eso que preferimos la sensación de combustión lenta que tenemos cuando nuestros cerebros liberan acetilcolina.
Eso sucede cuando nos concentramos, leemos o enfocamos nuestras mentes.
Nos hace sentirnos relajados, alertas y contentos.
Pero apenas se registra con los extrovertidos.
Por supuesto, como todo, es una escala móvil.
Puedes tender a una forma u otra. O tener un poco de ambos, conocidos como ambivertidos.
Ahora me entiendo mejor, estoy profundamente agradecido por cómo soy.
En lugar de llenar el espacio con una pequeña charla, escucho pacientemente y hago que mis palabras importen.
Tengo pocos amigos pero nuestra conexión es profunda.
Me encanta pasar tiempo solo.
Es donde el caos de un largo día finalmente puede establecerse.
Puedo reflexionar y escuchar mis pensamientos, y volver a conectar conmigo mismo.
Solo después de eso estoy listo para compartir con el mundo de nuevo.
He aprendido estrategias para encontrar consuelo en nuestro ruidoso mundo, desde usar música para crear burbujas de paz hasta escapar a un parque tranquilo a la hora del almuerzo.
Adoro la intensidad y la belleza caótica del mundo.
Pero es en espacios tranquilos donde me siento realmente como en casa.
Si la introversión fuera más valorada por la sociedad, podría marcar una gran diferencia en nuestro futuro colectivo.
Los atributos únicos de los introvertidos realmente son una fuerza profunda y silenciosa.
Y como dijo Gandhi, «Gentilmente, puedes sacudir al mundo».
Extraído de un foro…
«Yo soy Licenciado en Historia. Durante la carrera, me encontré los siguientes tipos de alumnos:
1) Gente que se había metido ahí por inercia, porque no le habían aceptado en otro sitio, por estudiar algo, sin tener claro que hacer con sus vidas. Aproximadamente el 75% de los alumnos en primero de carrera. Los porros y la cerveza iban haciendo la criba y apenas un 5% de ellos llegaban a los últimos cursos. La mayor limpieza se hizo entre el segundo y el tercer año de carrera.
2) Gente mayor de 25 años, con otra carrera o jubilados, que se metían en Historia porque les gustaba y porque querían adquirir cultura. Un 10% del total que llegaba a licenciarse.
3) Gente que realmente queríamos dedicarnos profesionalmente la la Historia. Un 10% del total que llegaba a licenciarse. De ellos, el 99% acabamos estudiando una segunda carrera para ganarnos la vida. Vamos, que acabamos siendo como los del grupo anterior pero al revés.
4) Gente que estudiaba Historia para tener una licenciatura y ganar puntos para una oposición. Algunos aspiraban a sacarse una plaza de profesor de secundaria, pero la mayoría se conformaban con un grupo C. Había algunos que ya eran funcionarios y querían el título para promocionar de grupo. Como les daba igual que título, se metían a algo fácil. El 75% de los que llegaban a licenciarse.
Lo terrible, es que el nivel de las clases se adaptaba al nivel de los alumnos. Vamos, que los que queríamos adquirir cultura o aprender realmente el oficio para dedicarnos a él, no teníamos opción de aprenderlo durante la carrera. Recuerdo que un alumno se quejó de eso ante un profesor, y el profesor le dijo, con todo el descaro, que el 90% de los alumnos no iban a trabajar jamás en nada relacionado con la Historia, y por tanto no les importaba para nada estudiar técnicas de investigación histórica. Que lo que le interesaba al 90% de los alumnos era pillar un título fácil y adquirir algo de cultura para ganar al Trivial, y que el programa de estudios obraba en consecuencia.
En la mayoría de las demás carreras de ciencias sociales, el panorama era el mismo.»
«La enseñanza en las carreras de letras está destinada a tres cosas:
1. Que los viva la virgen se pasen unos años en ambiente universitario, degradandolo, mientra viven X años de juerga con estatus de ‘hestudiante’. Son la mayoria. Para mas coña, son la práctica totalidad de los ‘activistas’ universitarios y se otorgan la representación de la Universidad.
2. Que haya gente mediocre que vaya a buscar una Licenciatura para hacer oposiciones y tener la vida resuelta siendo funsionario de por vida.
3.Unos pocos que si que aman esas enseñanzas y quieren dedicarse a ello. ¿el 10%?»
La prisa por hacer y conseguir lo que hay que hacer y se tiene que conseguir en una vida decente y de éxito, no es algo que llevemos tatuado en nuestro ADN desde antes de nacer. Es algo que desde la cuna hasta la tumba nos es impregnado por diferentes fuentes.
Esas fuentes de las que bebemos sin darnos cuenta y sin sed, es a lo que llamo Las Autoridades; y es lo que hace que seamos como somos de cara a los demás. Porque lo que realmente somos es otra cosa…
Hablemos hoy de Las Autoridades:
Nacemos en una familia que nos mima y nos educa a su imagen y semejanza. Tenemos una madre que nos inculca sus miedos, como por ejemplo el de tener siempre dinero guardado «por si se rompe la lavadora». Tenemos un padre que nos instiga a ser siempre el mejor en lo que se haga, por ejemplo en el deporte. Estas son las primeras dos autoridades que nos transmiten su forma de ver el mundo.
La familia ejerce una segunda capa de influencia. Está esa abuela que se preocupa porque tengamos trabajo y pareja, y se pone triste cuando estamos solos y desamparados, o no entiende que queramos dejar un trabajo precario mientras aireamos la mente y los sueños dándonos un caprichoso viaje, y dice lo de «como están las cosas, ¿cómo vas a dejarlo?».
Todos los que nos quieren, quieren lo mejor para nosotros; pero a veces lo que consideran mejor para nosotros, es simplemente lo que a ellos les hace estar más tranquilos en relación con nosotros. A veces heredamos miedos de otros, envueltos en papel de regalo con forma de corazón. Es nuestra tarea desempaquetarlos y aprender de ellos. De esa forma siempre recibiremos aprendizajes amorosos bañados en una cobertura de complejos y miedos ajenos; pero al fin y al cabo seguirán siendo regalos con un bonito lazo.
Facundo Cabral contaba esto:
Decía que eran muy pobres, y a los 14 años su madre le acompañó hasta la estación del ferrocarril para que fuera a la gran ciudad a ganarse las habichuelas. Entonces se despidieron y ella le dijo:
«‒Hijo, este es el segundo y último regalo que puedo hacerte. El primero fue darte la vida, y este es libertad para vivirla».
Se trata de recibir con gratitud todo lo que nos dan nuestras autoridades, aprender de ello, y quedarnos con lo que nos ayuda en nuestro fatigoso caminar, sacando de la mochila lo que no nos permite ser nosotros mismos, encadenándonos a las condenas, ritmos y destinos elegidos por otros.
Sapere aude, o se valiente, audaz, para saber las cosas por ti mismo; es decir, atrévete a pensar. Y es que las autoridades están en todas partes, simplemente no permitas que nadie vierta sobre ti la basura de sus mentes. Tampoco tengas prisa por llegar a donde otros creen que tienes que llegar; para cada cierto tiempo, y levanta la cabeza para comprobar si caminas en la dirección que has elegido por ti mismo.
Hemos hablado de los padres y la familia, pero hay muchas más autoridades cobijándonos, como la religión, la escuela, los amigos, el entorno laboral o la pareja. Siempre todas ellas con sus propias limitaciones, prejuicios y miedos vertidos de parte de sus propias autoridades.
Hay otras de las que es fácil desintoxicarse.
Hace un par de años llegué por 5ª vez a Santiago de Compostela en un viaje de peregrinación, que tanto me gusta y tanto me enseña, y charlando con un tipo, en el Monte do Gozo, ya cerquita del final, le comenté que quería ser escritor, y que tenía un libro empezado que no conseguía terminar. El me miró fíjamente a los ojos, y dijo:
«‒No podrás hacer lo que quieres hasta que elimines lo que te contamina».
Esta frase resonó mucho tiempo en mi cabeza y me dio mucho que pensar sobre lo que no me deja ser yo mismo. Entre otras muchas cosas, las autoridades, como los medios de comunicación que conforman la burbuja social en la que vivimos.
¿Para qué sirve una pompa de jabón?
No lo sé, pero tal vez una burbuja sea una pequeña estructura que nos rodea, delimitando nuestro espacio, y haciendo que dejemos de ver lo que hay fuera hasta olvidar que existe porque corremos de un lado a otro como pollo sin cabeza o burro con orejeras, o como en la película de El show de Truman, creyendo que lo que vemos es TODO lo que existe.
¿Qué es real?
¿La realidad es lo que dicen los noticiarios de la radio mientras estamos atascados en una caravana? ¿La realidad es que un violador ha vuelto a salir de la cárcel por 5ª vez? ¿La realidad es que la selección de fútbol de tu país se enfrenta a un partido decisivo el jueves por la tarde a la hora de las cervezas con los amigos? ¿La realidad es que en tus grupos de WhatsApp los viernes siempre alguien pone «¡por fin viernes!»?
Creo que la realidad es mucho más grande que todo eso. Pienso que hay un universo infinito para explorar cuando sacamos la cabeza de nuestra pequeña burbuja y abrimos los ojos.
Estar solo se ha convertido en la era de los impulsos, la multitarea y la sobrecarga informativa, en poco menos que una enfermedad, una lacra perseguida y aplacada con píldoras mágicas y terapias de distinto pelaje.
Las connotaciones negativas de la soledad y la introspección son tan universales en la cultura de masas como considerar el envejecimiento no como una consecuencia de la transitoriedad de lo que nos rodea, sino como otra enfermedad. ¿Qué puede haber peor que estar solo y envejecer?
Veamos… Bien, según la filosofía de vida (manera consciente de vivir) imperante en la cultura popular de las últimas décadas, sólo habría algo peor que estar solo o envejecer: ambas cosas a la vez. Estar solo Y envejecer.
Premios inmediatos y falsos elixires de juventud
En un artículo para The New York Times sobre fertilidad y modernidad, Ross Douthat esbozaba algunos de los síntomas de una cultura donde predomina el hedonismo inconsciente y el premio inmediato de la gratificación instantánea:
“Es un estado de ánimo que (…) abraza las comodidades y placeres de la modernidad, mientras omite los sacrificios básicos que dieron pie a nuestra civilización”.
Impermanencia y envejecimiento
Ocurre que la soledad y ser consciente, a través del cultivo personal, de la transitoriedad del universo y de que uno envejece, son los dos pilares que han puesto de acuerdo a filosofías de vida clásicas, psicología moderna y neurociencia: el bienestar duradero llega al afrontar el pasado y disfrutar de lo que tenemos, ya que envejecemos, y no pasa nada.
En cambio, recuerdan psicólogos y filósofos contemporáneos como William B. Irvine, quienes han vivido sin una filosofía de vida coherente quieren permanecer jóvenes a toda costa y evitar, cueste lo que cueste, lo inevitable: envejecemos. Y, a veces, estamos solos. Y eso está bien.
(“Heráclito“, de Johannes Moreelse)
Es más, reflexiona Irvine, “alguien que piense vivirá para siempre es más probable que malgaste sus días que alguien que comprenda que sus días están contados, y una manera de avanzar en esta comprensión consiste en contemplar la propia muerte con periodicidad”.
Sobre discurrir por la vida de manera consciente
El estoico Séneca sintetizaba la comprensión de su mortalidad y la impermanencia del universo: “Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando su mayor parte ha pasado ya, porque todo el tiempo transcurrido pertenece a la muerte”.
Cuantro siglos antes, Sócrates había exhortado a sus alumnos: “Que cada uno de tus actos, palabras y pensamientos sean los de un hombre que acaso en ese instante, haya de abandonar la vida”.
Eso sí, esta conciencia de la propia mortalidad, asumida a través de la introspección, permite valorar la propia existencia y disfrutar de cada pequeño momento, en vez de convertir la realidad presente en una especie de perpetuo punto muerto previo o posterior a un atracón sensorial.
Ventajas de cada momento de la vida (también la vejez)
La vejez, exponía Séneca, tiene sus ventajas indudables: “apreciemos y amemos la vejez, porque está llena de placer si uno sabe cómo usarlo”, ya que, apuntaba el filósofo cordobés, a medida que uno pierde la habilidad de experimentar ciertos placeres, disminuye el deseo de abandonarse a ellos.
En la primera vejez, reflexionaba, todavía acompañan las fuerzas y la conciencia es más libre para disfrutar de la existencia, al requerir menos energía racional y fuerza de voluntad para controlar los impulsos, ya que nuestro propio reloj biológico hace su trabajo.
Cuando un gracioso preguntó a un Sófocles ya anciano, para hacerlo enfurruñar, si todavía podía hacer el amor a una mujer, el poeta trágico contestó con tranquilidad: “Estoy muy contento de haber escapado de ello, como el esclavo que se ha zafado de un amo loco y cruel”.
Más que haberse convertido en un viejo senil, un ciudadano “no apto”, una sombra de lo que había sido, Sófocles estaba contento de que su raciocinio estuviera perdiendo su dependencia física.
(Inesperadas) herramientas de bienestar: el fatalismo de la existencia
No sólo se puede ser feliz siendo consciente de que el tiempo pasa y uno envejece, sino que el fatalismo de la existencia es algo así como el combustible de nuestra dicha.
Filosofía clásica y psicología contemporánea coinciden en que, para lograr la anhelada autorrealización (se le llame bienestar duradero, felicidad, etc.), no hay píldora ni pseudoterapia que valgan.
Basta con optar por una filosofía de vida coherente, aplicada con consistencia, y ejercitar la fuerza de voluntad, que opera como un músculo (y, por tanto, puede tonificarse con la práctica o atrofiarse con la ausencia de ésta), decían los fundadores de las distintas escuelas filosóficas cuando impartían la asignatura que consideraban más importante, la del arte de vivir. Los jóvenes no sólo aprendían sobre el mundo -física, matemáticas, metafísica-, sino sobre el propio individuo.
La técnica estoica de la “visualización negativa”
Una manera de valorar la existencia y lo que ya se tiene es recordarnos a diario que podríamos perderlo, técnica usada por los estoicos para sacar partido de la cotidianeidad: la “visualización negativa” o, en la terminología de la psicología moderna, “pensamiento negativo”.
La temática se populariza y ha traspasado los círculos académicos, donde el ensayo Guide to the Good Life, del profesor William B. Irvine, había alcanzado notoriedad, al argumentar con solidez por qué el estoicismo es una filosofía de vida racional y efectiva, una especie de versión occidental (eso sí, poco popular y olvidada, sepultada en oscuros departamentos de filosofía de universidades segundonas) del budismo zen.
Recuperando a los estoicos desde la psicoterapia
Psicoterapeutas como el neoyorquino Albert Ellis –explica Oliver Burkeman en The Wall Street Journal-, que murió en 2007, redescubrieron una técnica clave, por su efectividad, usada por los filósofos estoicos de la Grecia y Roma clásicas: en ocasiones, la mejor manera de afrontar un futuro incierto consiste en centrarse no en el mejor escenario, sino en el peor.
Tanto el estoicismo como los psicólogos que han proseguido con su redescubrimiento para la ciencia actual han comprobado, cada uno a su manera (los estoicos, aplicando las técnicas a su propia existencia, usando la introspección; los psicólogos, mediante estudios), que exponerse a pensamientos negativos -de pérdida de lo que tenemos, por ejemplo-, nos hace más conscientes de la dicha cotidiana y, por tanto, más felices a largo plazo.
Riesgos del pensamiento positivo a ultranza
El artículo en The Wall Street Journal es más revolucionario de lo que cabría suponer. Como recuerda Oliver Burkeman, psicólogos y escuelas de negocio han celebrado en las últimas décadas ensayos como El poder del pensamiento positivo de Norman Vincent Peale. Recuperar técnicas como el “pensamiento negativo” eudemónico y estoico dinamita esta visión.
El influyente ensayo de Norman Vincent Peale es fruto de una época en que los dependientes de tiendas y restaurantes tenían que hablar con una -forzada- sonrisa en su rostro, los anuncios mostraban caras simétricas y sonrientes y las familias tenían que sucumbir al poder positivo de historias para todos los públicos como Sonrisas y lágrimas. Buena como espectáculo cinematográfico, irreal como modelo vital.
A veces, lo que genera bienestar duradero no nos hace sonreír
Seis décadas después, todos hemos llegado a la conclusión de que, llevado al extremo, el “positive thinking” representa un mundo distópico, de cartón piedra, un híbrido entre Pleasantville y The Truman Show, tan poco racional como cualquier entorno donde se sugiera al individuo que todo es fácil, que no debe esforzarse ni perseverar, sino consumir y sonreír.
O que la jornada laboral semanal debe reducirse a 4 horas (como sugiere algún joven autor superventas, que invita a sus lectores a “unirse a los nuevos ricos”) y otras muestras de un mundo aparentemente ideal, sin sufrimiento ni tiempo para la introspección.
En este mundo del pensamiento positivo a ultranza, la soledad y la vejez son tratadas como dolencias crónicas, cuanto más sentimientos humanos como la tristeza o el saboreo consciente de un fracaso.
Introspección como herramienta de bienestar y progreso
Sócrates y los herederos de la práctica de la virtud para lograr el bienestar duradero, desde los más moderados -eudemonistas, estoicos- a los más ascéticos -cínicos-, basan los métodos de sus filosofías de vida en un consejo presocrático, presente en los primeros filósofos griegos, así como en los orientales: cultivar la introspección para alcanzar un nuevo estadio de desarrollo personal.
Para aprender a vivir y tener una mirada propia y virtuosa hacia el exterior, el individuo debía conocerse a sí mismo y, para lograrlo, las distintas escuelas coincidían a grandes rasgos en la receta:
Apreciar lo que uno tiene, porque puede perderlo
El método de la visualización negativa promovido por los estoicos fue recuperado por teólogos abrahámicos (la tradición aristotélica y eudemónica fue recuperado por augustinianos –Agustín de Hipona y discípulos- y averroístas –Averroes y discípulos-), así como filósofos y pensadores del Renacimiento y la Ilustración, pero su valía en el ejercicio de la introspección ha sido también ratificada por la filosofía y psicología contemporáneas.
Pese a que las distintas escuelas filosóficas competían entre sí en Grecia y Roma y trataban de atraer a los discípulos más brillantes para, entre otras materias, enseñarles a vivir (filosofía de vida eudemónica o “arte de vivir“, según el estoico Epicteto, un esclavo liberto conocido por sus consejos sobre cómo alcanzar la “tranquilidad” o bienestar duradero).
Si bien nos ha llegado la obra parcial de autores que pertenecían a las distintas escuelas, muchas de sus enseñanzas sobre el cultivo de la introspección según los cánones clásicos occidentales aparecen, a lo sumo, en fragmentos, entre menciones cruzadas de otros filósofos e historiadores clásicos, o la posterior traducción de sabios medievales árabes, hebreos y cristianos.
Compilación deshilachada de valiosos consejos para la vida
Por ejemplo, se conserva de Sócrates lo que sus discípulos escribieron de él, o se han acumulado pistas sobre la filosofía de vida estoica por los consejos y prácticas que aparecen en las obras, epistolario y memorias de los estoicos clásicos y los teólogos que los interpretaron cuando avanzó la cristianización.
Por ejemplo, el cristianismo adoptó muchas de las ideas estoicas, tildando a Séneca y Marco Aurelio como “uno de los nuestros”.
Ello no evitó que los consejos introspectivos ofrecidos por el estoicismo para autorrealizarse perdieran popularidad entre los ciudadanos educados de Roma ante el avance de la interpretación abrahámica del mundo.
(“Heráclito llorando“, de Hendrick ter Brugghen)
Se impuso una visión del mundo más dogmática y maniquea, menos racional, obsesionada en culpabilizar al ser humano por las miserias de sus impulsos, en lugar de enseñarle una “filosofía de vida” coherente que le otorgara autonomía y libertad para autorrealizarse, optando racionalmente por evitar los impulsos en beneficio del cultivo personal virtuoso.
La caja de herramientas clásica del “arte de vivir”
El individuo había perdido la libertad para practicar una filosofía de vida basada en el cultivo introspectivo y con el único tutelaje del análisis racional perseverante y optar por una existencia sencilla, acorde con la naturaleza.
Sólo teólogos y pensadores con acceso al saber clásico pudieron aprender y transmitir a los pensadores del Renacimiento y la Ilustración la “caja de herramientas” clásica del arte de vivir, los consejos para ser feliz, más allá de las “notas al pie” metafísicas, en las que lo que no tenía explicación plausible era concedido a los dioses en la Antigüedad, y a Dios en la Alta Edad Media.
Tal y como compila William B. Irvine en Guide to the Good Life, los estoicos creían que era posible autorrealizarse usando las siguientes herramientas introspectivas:
Adaptación hedónica
La psicología moderna y neurología han refrendado los mecanismos por los cuales los comportamientos impulsivos -gratificación instantánea- nos causan placer, debido al fenómeno de la adaptación hedónica, término acuñado por Shane Frederick y George Loewenstein.
Según la psicología positiva, la adaptación hedónica, o “rueda hedónica“, es el fenómeno mediante el cual nuestro ánimo vuelve a la casilla de salida después del subidón producido por la obtención del último “premio”. Una vez caemos en la trampa del hedonismo impulsivo, no hay compra o método de gratificación que sea suficiente para saciar nuestro apetito, que actúa como en cualquier otra adicción.
La introspección invita a hablar con uno mismo, escucharse a uno mismo, indagar en uno mismo, abandonando el confort del premio fácil y la ausencia de autocrítica. No es un camino de rosas e implica ser consciente de la ignorancia, fragilidad y mortalidad de uno mismo, y erigir a partir de aquí una fortaleza racional, cocinada a fuego lento, que permita al individuo disfrutar de la voz interior, la soledad.
El precio de la racionalidad
A través del cultivo personal, nace la conciencia de que los premios no nos mejoran ni nos hacen más felices. Esta dura indagación toma forma, según el momento y la persona, de soledad voluntaria -no confundir con la forzada, por circunstancias ajenas al individuo tales como enfermedades mentales, confinamiento forzado, etc.- divagación, contemplación, experiencia de flujo, meditación o cualquier otra actividad usada para avanzar en el conocimiento interior.
Pero tanto los filósofos clásicos como los psicólogos y neurocientíficos contemporáneos destacan que disfrutar del tiempo para indagar en uno mismo no está al alcance de cualquiera; requiere estar preparado, ejercitarse, ser consciente de lo sencillo que es perder el sosiego y la fortaleza abandonando la racionalidad en favor de cualquier impulso a corto plazo.
¿Por qué es tan difícil conocerse a uno mismo? Porque, para ello, decían Sócrates y sus discípulos (los de su teoría mística -Platón-; teoría racional -el discípulo de Platón, Aristóteles-; y los de su filosofía de vida -estoicos, cínicos-), no hay atajos ni premios azucarados para saciar los sentidos, sino virtud, estudio, ejercicio físico, perseverancia, autocrítica, fuerza de voluntad.
Abandonarse a los sentidos, dicen eudemonistas y estoicos, supone dar a nuestros instintos ancestrales de supervivencia lo que quieren, con las consecuencias desastrosas de la insaciabilidad.
Controlar, no reprimir
Controlar los placeres (no reprimirlos, sino regularlos de manera racional), convierten un mendrugo de pan y una manzana en un festín para los sentidos. El estoico Musonio Rufo, uno de los grandes olvidados de la filosofía clásica, desempolvado ahora por profesores como el “estoico practicante” y autor de Guide to the Good Life, William B. Irvine, abandonaba con regularidad y de manera voluntaria las comodidades cotidianas, para así apreciar hasta lo más sencillo y humilde.
El poder ancestral del “pensamiento negativo”, refrendado por la psicoterapia contemporánea, se origina en el período filosófico anterior a Sócrates, dominado por la observación de la naturaleza o panteísmo. Los presocráticos se esforzaban por buscar el origen de las cosas, el sustrato del universo.
Los presocráticos indagaron en la impermanencia del universo y la incapacidad para comprender algunas grandes cuestiones, pero Sócrates bajó la discusión a la tierra y centró su interés en el ser humano y su autorrealización, ya que conocerse más a uno mismo conducía a una mayor comprensión del universo (usar la razón, vivir según la naturaleza).
Platón -estética, misticismo- y Aristóteles -lógica, racionalidad- continuaron la enseñanza más teórica de Sócrates, mientras las escuelas del período helenístico desarrollaron sus técnicas de introspección, recuperando el concepto presocrático de conocerse a uno mismo.
Conociéndonos a nosotros mismos
De entre estas escuelas, entre las que destacaban peripatéticos, cínicos, epicúreos o estoicos, entre otras, los estoicos ganaron el favor de la ciudadanía educada; el avance de las religiones abrahámicas y el fin del Imperio Romano diluyeron la popularidad de las técnicas estoicas para lograr el bienestar duradero.
Estas técnicas fueron, sin embargo, “tomadas” por teólogos cristianos (a menudo desmereciendo o dogmatizando consejos asumibles por cualquiera, sin el tutelaje de ninguna institución), alabadas y usadas por pensadores posteriores.
A lo largo de los siglos, el “conócete a ti mismo” (en griego, γνῶθι σεαυτόν -gnóthi seautón-; “temet nosce” o bien “nosce te ipsum” en latín) inscrito en el templo de Apolo en Delfos fue reivindicado por Heráclito, Sócrates, Pitágoras o Tales de Mileto.
Pero también por Thomas Hobbes, Alexander Pope, Benjamin Franklin, Ralph Waldo Emerson o Samuel T. Coleridge. O por los directores de cine Larry y Andy Wachowski, que incluyeron el aforismo latino “temet nosce” sobre la puerta del Oráculo, en su película The Matrix (1999).
Las filosofías de vida posteriores a Sócrates prosiguieron con la tarea presocrática de buscar el común denominador (la raíz, sustancia, materia o elemento primigenio, el “arché“) de la conducta humana, ya que comprenderse a uno mismo significaba indagar en la comprensión de los demás y a la inversa.
Seguimos en ello, o deberíamos.