¿Se acuerdan de aquella genial idea del actual ministro de Eduacación? La Escuela TIC 2.0; íbamos con ella a revolucionar la educación en este país, y a meterles un gol por la escuadra a todos los países que en el informe PISA obtenían mejores resultados que nosotros. ¿El medio? Millones de euros invertidos a punta pala. Que la educación de este país anda muy necesitada de dineros invertidos es un hecho que a nadie se le escapa. Que todos los gobiernos han metido mucho en el sistema concertado en detrimento del público, lo mismo. Más últimamente, visto el espectáculo dado en las autonomías del PP, a cuenta de «la herencia recibida». La clave, como siempre, está cómo y en qué se invierten esos dineros. La ocurrencia del señor Gabilondo consistió en poner pizarras digitales en las aulas, dotar de WiFi a los colegios y -esta era la medida estrella- proveer a cada niño de un ultraportátil, equipado con la versión autonómica del sistema operativo Linux, acompañado de su mochila y todo, funda protectora contra la lluvia incluida. La imagen da idea del equipamiento que mis dos hijos recibieron, hace dos años la mayor, y hace uno el pequeño. Otorgado graciosamente este equipamiento por la Autonomía, veamos ahora los resultados de tan singular -y mal meditado- gasto.
1) Los portátiles llegaron a casa previa firma de los padres de un compromiso de «cuidado y mantenimiento», que nada más leerlo me hizo pensar que ya empezábamos mal. Si tengo que cuidarlo y mantenerlo yo -o sea, pagar yo cuando haya problemas-, prefiero ser yo quién compreel portátil que a mí me dé la gana, con el software que a mí me dé la gana, y en todo caso que me subvencionen con la cantidad que la administración puso para comprar estas patatas verdes.
2) Venían con la versión autonómica de Linux, lo cual a mí me da igual siendo del gremio, pero dificultó mucho al resto de padres el asistir a sus hijos en un entorno operativo provisto de unas aplicaciones de usuario que les eran desconocidas en absoluto. Así pues, no solo aprendieron informática los niños, sino que también tuvieron que volver a aprenderla muchos padres. No hay mal que por bien no venga. Traía muchas aplicaciones, supongo que desarrolladas por profesores con conocimientos de estos temas, de muchas áreas distintas: física, química, matemáticas… no se ha usado ni una. Yo me he limitado a juguetear con alguna, y ya está. En clase de los niños, como si no existieran.
3) Durante los primeros meses iban con el cacharrín a clase todos los días, y se traían como tarea preparar power-points, en versión linuxera. ¿Sobre qué? Daba igual, había que justificar el asunto. A la hora de documentarse, debían conectar el portátil a la red -se suponía que todo el mundo la tenía disponible- y copiar y pegar texto y fotos. La primera vez que mi hija me llegó con ésas, la mandé a freír tomos de enciclopedia medio mosqueado. No he vuelto a hacerlo, pues se le recriminó muy seriamente por su profesora el haber hecho uso de la misma, y no del portátil, porque «todo está es internet». Lo que usted diga señora, lo que usted diga. Ah, luego tenían que llevarlo impreso, y también habías de tener impresora o mercarte una a toda pastilla, porque tampoco se admitía que el niño se documentara y redactara el trabajo a mano.
4) Acabado el primer curso en que dispusieron de él, el portátil, medio desconfigurado y arrumbado en un rincón, enmohece en el sueño de los justos. No ha vuelto a ser reclamando desde el colegio, lo cuál es lógico, pues la media de edad del profesorado del centro estará en torno a los 50 años, y es gente que no tiene integrada en su práctica docente el uso de estos medios, ni maldita falta que les haces, si quieren saber mi opinión. Sí, les dieron los cursillos de rigor y no, no sirvieron para nada. En mi casa, enmohecen dos: uno por niño. De vez en cuando se ven alguna película en ellos y eso sí, todos se hicieron expertos en enviar e-mails, y los míos trataron de abrirse cuentas -como el resto de los amiguitos- en facebook o twiter, aunque por ahí la Santa y yo no pasamos. En definitiva, les dieron un medio adicional para que perdieran el tiempo más de lo que ya venían perdiéndolo. Los portátiles pues, vinieron del colegio, pero ya no volvieron a él. Fue un viaje con ida pero sin vuelta Si esto no es tirar el dinero del contribuyente, ya me dirán qué lo es.
5) Manda narices que se empeñen -para mejorar en el PISA- en alfabetizar digitalmente a niños que están medianamente alfabetizados, a secas. Escriben con faltas, no entienden lo que leen, su capacidad de abstracción ha sido insuficientemente desarrollada, y sus capacidades deductivas son en muchos casos inexistentes. No por culpa suya, sino del maldito sistema escolar que tenemos. Eso, no hay portátil ni pizarra digital que lo solucione, ni montañas de euros que lo arreglen. Eso lo solucionan cosas impopulares y retrógradas; ya saben: repetir curso cuando no se sabe, acabar con el «progresa adecuadamente», enterrar para siempre los ramalazos de la LOGSE que todavía pululan por ahí -maldita sea su estampa-, o mandar a hacer puñetas a figuras como orientadores de centro, psicólogos, pedagogos y cuentistas varios, y poner a los niños a clavar codos de una puñetera vez, como hacen los coreanos o los japoneses. Que aprendan que aprender cuesta esfuerzo, que no es gratis, que el trabajo bien hecho cuenta, y que hacerlo bien importa, y además, al final, tiene recompensa.
Total, tropecientos millones de euros tirados a la basura, cientos de horas de formación del profesorado inútiles, mesar de cabellos y compra de impresoras y de conexiones a internet de padres que no disponían de ellas, para tener dos trastos más en casa que a estas horas están obsoletos. Eso sí, los fabricantes que se hicieron con el contrato para suministrar lo cacharrines a la administración, todavía deben estar celebrándolo.
http://profesor-anecado.blogspot.com/2011/10/ultraportatiles-de-iras-y-no-volveras.html